viernes, 28 de marzo de 2014

"El Rata", chófer de Gerry Adams, trabajaba para el servicio secreto inglés


Gerry Adams es para el mundo entero el político que fue capaz de sacar de la cabeza de los terroristas del IRA la idea de que para conseguir sus fines era imprescindible el uso de la violencia. Ya antes de los años 90, comenzó a negociar en secreto con todos sus enemigos los preceptos necesarios para conseguir la paz y la integración de toda su gente en la vida democrática.


El servicio secreto interior de Gran Bretaña, el MI5, siempre había estado buscando topos que infiltrar en las filas del IRA y de su brazo político. Lo consiguió muchas veces, aunque en algunos casos fueron descubiertos y sus colaboradores acabaron tirados con dos tiros en la sien en cualquier esquina.


De cara a las negociaciones que se llevaron a cabo en los años 90, consiguieron captar a Roy McShane, un hombre pequeño de pelo blanco, al que sus compañeros llamaban cariñosamente “La rata”. Borrachín y mujeriego, vivía solo en el barrio de Falls, uno de los bastiones del IRA en el Ulster. Cada día se le veía en sus horas de relax bebiendo cerveza con militantes de su grupo.


Tal era la confianza que despertaba entre su gente, que Gerry Adams no dudó ni un momento cuando le propusieron convertirle en su chófer. La persona que debería trasladarle de un sitio a otro, de reunión secreta en reunión secreta. Ese tiempo siempre lo aprovechaba para compartir con sus socios el contenido de los encuentros y su reacción frente a las propuestas que le habían hecho. “El rata” era de plena confianza y no tenía nada que ocultarle.


En 1994 se intensificaron las reuniones para alcanzar la paz, con el IRA anunciando treguas que luego rompía para más tarde volver a establecerlas. Fueron unos años muy intensos que tuvieron su colofón en 1998 con el Acuerdo de Belfast, más conocido como el Acuerdo de Viernes Santo, el día en que se firmó.


Diez años más tarde, exactamente el 7 de febrero de 2008, agentes del MI5 sacaron de su casa a Roy McShane con destino desconocido. Tantos años después, había habido una filtración que demostraba que durante una gran parte de su vida había sido un topo del servicio secreto inglés, al que pasaba información secreta sobre su jefe.
Al volante del Mercedes blanco blindado en el que llevaba a Gerry Adams, comunicó información de gran valía sobre todo lo que realmente pensaba su jefe y sobre los siguientes movimientos que pensaba dar en el tablero de ajedrez que fue la lucha por el fin del terrorismo. 

Roy McShane, “El rata”, vivirá el resto de su vida en paradero desconocido.

martes, 25 de marzo de 2014

Las amenazas de la cúpula militar pudieron con Suárez, esa es la dura realidad

Aprecio al teniente general Luis Alejandre, que fue Jefe del Estado Mayor del Ejército. Leo con atención sus artículos en el diario "La Razón", de los que siempre aprendo algo. En el último, publicado el 24 de marzo, creo que no ha quedado reflejada con claridad la realidad militar en relación a los años de presidencia del fallecido Adolfo Suárez. Titula "La misión mas difícil" y en la entradilla se explica: "La llegada de Adolfo Suárez fue recibida con frialdad en las Fuerzas Armadas, pero las jóvenes promociones fueron leales a lo que significaba aquel nuevo futuro".
A su interesante opinión sobre lo que él vivió habría que sumar lo que se encontró Suárez en los cuarteles. Poco importaba en la Transición lo que pensaban los jóvenes militares -con todo mi respeto a ellos-, porque los que cortaban el bacalao eran los generales y en su inmensa mayoría no le acogieron bien y se le enfrentaron abiertamente cuando el Sábado Santo de 1977 decidió legalizar el Partido Comunista de Santiago Carrillo.
Inmediatamente dimitió el ministro de Marina, el almirante Gabriel Pita da Veiga, y se acuñó el acertado término de "ruido de sables". Después vinieron las amenazas procedentes de los tenientes generales. La primera fue en noviembre de 1980, en la que siete de ellos elevaron un escrito en el que le llamaban la atención por el deterioro de la situación política y social del país y le "sugirieron" que tomara medidas, por muy duras que fueran. Los firmantes negaron el documento, claro está, en lo que suponía una advertencia del poder militar.
Un par de meses después, Suárez hizo un viaje a Canarias, en el que el capitán general, González del Yerro, le advirtió de que si los políticos no arreglaban la situación, el Ejército tendría que intervenir. Finalmente, por citar sólo tres casos, a mediados de enero de 1981, tuvo lugar una reunión conspiratoria de dieciocho generales y almirantes, en la que se le trató de todo menos bonito.
Fue ante esa situación militar que amenazaba con poner fin a la democracia por la que Suárez, en su discurso de despedida el 29 de enero de ese año, dijo: "Yo no quiero que el sistema democrático sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España".
Los militares jóvenes podían respetar a Suárez más o menos, pero sus altos mandos fueron los que le obligaron a dimitir. No lo olvidemos nunca y menos ahora. Ya no existe el poder militar y uniformados han rendido los honores tras su muerte. Pero la historia hay que escribirla tal y como fue.

martes, 18 de marzo de 2014

El CNI no está en fase terminal y su director no va a morirse

No quería escribir de este tema, pero las numerosas preguntas que me han llegado en los últimos días de seguidores me obligan a entrar  y contar lo que sé. Se ha dicho que el director del CNI, Félix Sanz, tiene una enfermedad degenerativa, algo que me han desmentido no solo las fuentes oficiales, sino las mías propias. Si fuera así, lo lógico es que cuando en tres meses el Gobierno se plantee su renovación en el cargo -la Ley establece un periodo de cinco años de mandato que se cumplen a principios de julio- no le renovaran. Si no lo hacen, les aseguro que no será por ese motivo.
También se ha dicho que la estructura del CNI es pésima y que está en fase terminal. Eso tampoco es verdad. De entrada, el servicio de inteligencia funciona siempre al margen de su director. Está tan bien engrasado que la obtención de información se produce día a día gracias a los miles de agentes que funcionan en la calle o en despachos. Ellos saben poco de quién les dirige y se limitan a obtener la información y facilitársela a sus jefes para que se la hagan llegar al Ejecutivo.
Es un acierto de Sanz haber conseguido pacificar el CNI tras la etapa convulsa de Alberto Saiz, en la que un grupo de agentes se sublevó por sus actuaciones discrecionales. Ahora el tema de personal está tranquilo, gracias al Estatuto de Personal aprobado con el PP.
Pero también es cierto que en la etapa de Saiz se potenció de forma muy importante el servicio, con la contratación de más de mil agentes. Fue una etapa, tras los atentados del 11-M, en la que se volcaron en luchar contra el terrorismo yihadista, sin olvidar otros temas como la lucha contra ETA y la ciberdelincuencia. Félix Sanz se encontró con eso y ha tenido la suerte de que el recorte presupuestario generalizado en la Administración le haya tocado poco y ha podido mantener los esfuerzos, aunque con dificultades.
El CNI necesita mejorar en algunas cosas, pero sin duda es un gran servicio de inteligencia. Y lo dice alguien que lleva muchos años ejerciendo el necesario control periodístico de la institución.

martes, 11 de marzo de 2014

Pobre inocente Juncker, el candidato del PP a la Comisión Europea que dimitió por espionaje

Jean Claude Juncker ha sido proclamado recientemente candidato del Partido Popular Europeo como cabeza de lista y posible presidente de la Comisión si ganan las próximas elecciones a los socialistas. El ex primer ministro de Luxemburgo obtuvo la nominación gracias al apoyo de la CDU alemana de Angela Merkel y del Partido Popular de Mariano Rajoy. Sin duda, el que fuera alto cargo del gobierno luxemburgués durante 30 años dispone de una larga experiencia comunitaria.
Lo que no se ha recordado sobre su pasado político son los motivos que le llevaron hace unos meses a abandonar el gobierno de su país, que son, nada más y nada menos, sus problemas con los servicios secretos, el SREL, el Servicio de Información del Estado de Luxemburgo.
El espionaje de cualquier país tiene a veces la peligrosa tendencia a actuar por su cuenta y los gobernantes son los encargados de ponerles coto. Para ello tienen que ejercer un estricto control sobre sus actividades, algo que no hizo Juncker.
Una investigación parlamentaria le consideró responsable político de las irregularidades que se habían detectado en el SREL, destacando las escuchas ilegales y la malversación de fondos. Los trapos sucios, como ocurre por desgracia en la mayor parte de los países del mundo -incluido España-, fueron de conocimiento público gracias al periodismo de investigación.
Frente a las acusaciones de la oposición política, que le exigía asumir responsabilidad, Juncker inicialmente se negó. Adujo que desconocía esas actuaciones de sus espías, que había intentado durante mucho tiempo reformar el SREL y que -atención al dato, que diría José María García- "no fue nunca mi prioridad política". Un comentario fuera de lugar -iba a escribir impresentable- procediendo de tan experimentado político.
Hace seis meses que tuvo que dejar el cargo por ese escándalo. Algo curioso cuando él había sido uno de los políticos a los que habían espiado. Tenía razón cuando adujo que él no podía dedicar tiempo a supervisar a los espías, razón por la cual los jefes de gobierno suelen delegar en un vicepresidente -como ocurre ahora en España- o en un ministro. Aunque, justo es decirlo, la razón principal para que lo hagan no es por exceso de trabajo, sino precisamente para que si hay un escándalo las salpicaduras no les alcancen a ellos. Pobre inocente.