Si dos países son aliados, el espionaje se mueve por las alcantarillas con dureza soterrada y activismo discreto. Pero si dos países son enemigos, los zarpazos de sus espías adquieren una crueldad llevada hasta sus últimos extremos. Por desgracia para Estados Unidos y especialmente para Cuba, sus relaciones en los últimos 50 años han estado presididas por el espionaje y no por los diplomáticos.
Los presidentes de Estados Unidos, uno tras otro sin excepción, han permitido a sus servicios secretos, y especialmente a la CIA, llevar a cabo operaciones de las que cualquier ser humano con sentimientos habría aborrecido.
Todo empezó con un intento de golpe de Estado en Bahía de Cochinos, en el que un par de miles de exiliados y otros combatientes latinoamericanos, impulsados por la CIA, desembarcaron en Cuba para quitar a un recién llegado Fidel Castro. Fue tal el desastre, que el presidente Kennedy echó la bronca al director de la CIA cuando descubrió que había enviado a toda esa gente al matadero.
Después vinieron las mil y una formas de matar a Castro, envenenándole los puros o aliándose con la mafia para asesinarle. Más tarde, inventaron formas para conseguir un pretexto para la invasión, como simular que había atacado la base estadounidense de Guantánamo o que había lanzado misiles contra un avión norteamericano lleno de estudiantes.
La siguiente fase, menos enloquecida pero muy agresiva, fue presidida por el apoyo a los exiliados cubanos en Miami y fomentar la oposición en la isla mediante el respaldo a cualquier disidencia interna. Unas medidas que coincidieron con la activación del espionaje de los Castro para responder a sus disidentes, allí donde eran fuertes, en Miami.
La Red Avispa que montaron con agentes que se hicieron pasar por disidentes, engañó, manipuló y provocó muertes en las filas de esos otros cubanos que siempre fueron anticastristas y que luchaban por traer la democracia a su país.
Los dos bandos han mostrado en estos 50 años una falta de escrúpulos muy típica en el mundo del espionaje, pero más difícil de entender entre los políticos, especialmente los elegidos democráticamente en el caso de Estados Unidos.
El canje de espías no se ha hecho en un puente de Alemania, como era habitual en la Guerra Fría, pero supone el primer gesto de buena voluntad entre los dos países. El servicio de inteligencia y la diplomacia española han ayudado a Estados Unidos en los últimos años y en algún momento debería salir a la luz pública esa cooperación secreta que generó tanta tensión entre España y Cuba.
jueves, 18 de diciembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Leyenda falsa: la mayoría de los 25 Seals que mataron a Bin Laden están muertos por una maldición
Decir una falsedad hasta la extenuación no la convierte en real. Muchas leyendas urbanas se repiten tanto que la gente termina creyendo que son verdaderas. Una de las más recientes habla de la mala suerte que ha perseguido a los 25 militares de la elitista Seals que mataron a Bin Laden el 1 de mayo de 2011.
Tanto se está repitiendo que voy a intentar lanzar un rayo de luz sobre los datos auténticos y contrastados que hay sobre el tema, al margen de lo que los medios de comunicación internacionales han difundido.
La operación que facilitó a Hollywood la idea para rodar la película "Zero Dark Thirty" ("La noche más oscura") comenzó con el accidente de uno de los helicópteros que transportaba a los soldados, pertenecientes a la unidad Seals, una de las mejores del ejército estadounidense. Se cuenta que unos cuantos soldados perdieron la vida por esta causa, lo que es absolutamente falso: los únicos muertos que se produjeron fueron Bin Laden y algunas de las personas que le protegían o acompañaban.
Poco tiempo después, en julio, otro helicópteros destinado en los Seals sufrió un accidente mientras sobrevolaba Afganistán, según unos por una avería y según otros por culpa del fuego de los talibanes. Aunque los soldados pertenecían a la unidad que mató a Bin Laden, la 6, no hay ninguna certeza de que fueran los mismos que protagonizaron el asalto a la casa del emir de Al Qaeda en Pakistán. Principalmente porque no se sabe el nombre de los que participaron en la operación, salvo los que se han hecho públicos por ellos mismos. Un silencio evidente para poner a resguardo a las familias de los fallecidos.
Además, en estas unidades las rotaciones son brutales. Teniendo en cuenta que los que intervinieron en el asesinato de Bin Laden eran los más experimentados, lo que hace lógico que muchos se hubieran retirado en los meses siguientes.
Algún medio italiano, del que se hicieron eco otros internacionales, entre ellos los españoles, hablaban de que solo quedaban con vida dos soldados. Sin embargo, han sido tres los que han levantado el dedo para reclamar la atención sobre ellos. Uno, sin identificar, dijo que se encontraba al borde de la pobreza, sin pensión ni seguro médico. Otro, Matt Bissonette contó en un libro sus aventuras como Seals y se adjudicó haber disparado contra Bin Laden. Y un tercer, Robert O'Neill ha aparecido recientemente narrando los mismos hechos y asumiendo también la responsabilidad de matar al líder de los terroristas.
Puede haber muchas maldiciones y algunas deben ser tremendas, pero en este caso no ha existido. No saquemos deducciones que no podemos demostrar.
Tanto se está repitiendo que voy a intentar lanzar un rayo de luz sobre los datos auténticos y contrastados que hay sobre el tema, al margen de lo que los medios de comunicación internacionales han difundido.
La operación que facilitó a Hollywood la idea para rodar la película "Zero Dark Thirty" ("La noche más oscura") comenzó con el accidente de uno de los helicópteros que transportaba a los soldados, pertenecientes a la unidad Seals, una de las mejores del ejército estadounidense. Se cuenta que unos cuantos soldados perdieron la vida por esta causa, lo que es absolutamente falso: los únicos muertos que se produjeron fueron Bin Laden y algunas de las personas que le protegían o acompañaban.
Poco tiempo después, en julio, otro helicópteros destinado en los Seals sufrió un accidente mientras sobrevolaba Afganistán, según unos por una avería y según otros por culpa del fuego de los talibanes. Aunque los soldados pertenecían a la unidad que mató a Bin Laden, la 6, no hay ninguna certeza de que fueran los mismos que protagonizaron el asalto a la casa del emir de Al Qaeda en Pakistán. Principalmente porque no se sabe el nombre de los que participaron en la operación, salvo los que se han hecho públicos por ellos mismos. Un silencio evidente para poner a resguardo a las familias de los fallecidos.
Además, en estas unidades las rotaciones son brutales. Teniendo en cuenta que los que intervinieron en el asesinato de Bin Laden eran los más experimentados, lo que hace lógico que muchos se hubieran retirado en los meses siguientes.
Algún medio italiano, del que se hicieron eco otros internacionales, entre ellos los españoles, hablaban de que solo quedaban con vida dos soldados. Sin embargo, han sido tres los que han levantado el dedo para reclamar la atención sobre ellos. Uno, sin identificar, dijo que se encontraba al borde de la pobreza, sin pensión ni seguro médico. Otro, Matt Bissonette contó en un libro sus aventuras como Seals y se adjudicó haber disparado contra Bin Laden. Y un tercer, Robert O'Neill ha aparecido recientemente narrando los mismos hechos y asumiendo también la responsabilidad de matar al líder de los terroristas.
Puede haber muchas maldiciones y algunas deben ser tremendas, pero en este caso no ha existido. No saquemos deducciones que no podemos demostrar.
jueves, 6 de noviembre de 2014
Se va Alfonso Guerra: el castigo a la CIA por espiar su vida privada
Después de 50 años de actividad, Alfonso Guerra ha anunciado que deja la política. Su etapa más intensa fue durante los años en los que ocupó el puesto de vicepresidente del Gobierno, junto a Felipe González. Como recuerdo de aquellos años, hay un episodio relacionado con el mundo del espionaje poco conocido, pero que ayudó a cambiar la historia de España.
A mediados de los años 80, Guerra se convirtió en objetivo de la CIA. Decidieron elaborar un amplio dossier sobre él, sometiéndole a una estrecha vigilancia. Querían descubrir no solo sus encuentros públicos, sino todos los episodios de su vida privada. Buscaban asuntos con los que poder chantajearle y manipular sus actitudes a favor de los intereses norteamericanos. Para ello necesitaban información no solo del vicepresidente, sino de su mujer, sus hermanos y de todos los que le rodearan, incluidas algunas mujeres con las que se le había visto en algunas ocasiones.
Con ese objetivo, el agente "Gino" de la CIA se puso en contacto con "Jesús", que había sido jefe de seguridad del palacio de la Moncloa en tiempo de Adolfo Suárez. En cuanto fue tocado, "Jesús" se puso discretamente en contacto con el CESID -ahora CNI- para informar de las presiones de la CIA, quienes le solicitaron que siguiera el juego a "Gino" para acumular pruebas irrefutables. Así lo hizo y muy bien.
Felipe González fue informado por el director del CESID, Emilio Alonso Manglano, cuando no había dudas del juego sucio del espionaje de Estados Unidos. Su orden fue tajante: debían abandonar España el jefe de la delegación la CIA y todos los agentes que le acompañaban, un total de 8.
Nunca antes y nunca después se ha producido una medida de represalia tan tremenda contra la CIA en España. Y es que nunca se les había pillado investigando la vida privada de todo un vicepresidente, Alfonso Guerra, que en unos meses va a dejarla política.
A mediados de los años 80, Guerra se convirtió en objetivo de la CIA. Decidieron elaborar un amplio dossier sobre él, sometiéndole a una estrecha vigilancia. Querían descubrir no solo sus encuentros públicos, sino todos los episodios de su vida privada. Buscaban asuntos con los que poder chantajearle y manipular sus actitudes a favor de los intereses norteamericanos. Para ello necesitaban información no solo del vicepresidente, sino de su mujer, sus hermanos y de todos los que le rodearan, incluidas algunas mujeres con las que se le había visto en algunas ocasiones.
Con ese objetivo, el agente "Gino" de la CIA se puso en contacto con "Jesús", que había sido jefe de seguridad del palacio de la Moncloa en tiempo de Adolfo Suárez. En cuanto fue tocado, "Jesús" se puso discretamente en contacto con el CESID -ahora CNI- para informar de las presiones de la CIA, quienes le solicitaron que siguiera el juego a "Gino" para acumular pruebas irrefutables. Así lo hizo y muy bien.
Felipe González fue informado por el director del CESID, Emilio Alonso Manglano, cuando no había dudas del juego sucio del espionaje de Estados Unidos. Su orden fue tajante: debían abandonar España el jefe de la delegación la CIA y todos los agentes que le acompañaban, un total de 8.
Nunca antes y nunca después se ha producido una medida de represalia tan tremenda contra la CIA en España. Y es que nunca se les había pillado investigando la vida privada de todo un vicepresidente, Alfonso Guerra, que en unos meses va a dejarla política.
miércoles, 22 de octubre de 2014
Ligar suplantando a El Lobo y otros casos como el del "agente Nicolás"
España está convulsionada por el caso del llamado "agente Nicolás" que otros llaman "pequeño Nicolás" para realzar la estafa que ha cometido y de la que han sido víctimas decenas de personas que por su posición social debían haber estado más alerta del engaño.
En la película "El golpe", los pedazo de actores Redford y Newman hacen el papel de dos timadores que engañaban a un jefe de la mafia. Para ello no bastaba con su capacidad de engaño. Además debían disponer de la parafernalia adecuada para hacer creíble su embuste.
El "agente Nicolás" llevaba bien aprendida la lección. Era un embaucador, con mucha labia y muy listo, que enseñaba las fotos que se había tomado con gente importante como si demostraran una relación que en realidad no existía. Políticos, actores y demás gente con nombre posa con familiaridad con decenas o centenares de personas sin que ello suponga que son amigos de toda la vida.
Su habilidad estuvo en hinchar una mentira y en que la gente es crédula por naturaleza y más si se dispone de la parafernalia adecuada: coches de lujo, escoltas, pisos en zonas nobles y demás. Nicolás no trabajaba para la Moncloa ni lo hacía para el CNI. En ambos lugares se selecciona mucho mejor a sus colaboradores y no se deposita confianza en un joven sin preparación.
Timadores como él ha habido muchos en España. Un policía de Xátiva, hace poco tiempo, fue detenido por hacerse pasar por agente del CNI dedicado a reclutar chicas para el servicio. Evidentemente, tras unas pruebas teóricas intentaba convencerlas de que se debían acostar con él para pasar a ser espías y cobrar un alto sueldo.
Hace más de diez años conocí personalmente otra suplantación. Una chica se puso en contacto conmigo asegurándome que conocía personalmente a El Lobo y pidiéndome datos sobre él. El caso me extrañó tanto que me desplacé a una localidad de Alicante para charlar con ella. Allí descubrí el engaño y se lo hice conocer a la inocente joven. El hombre que decía amarla, que aparecía por sorpresa cada seis meses y pasaba con ella un par de intensos días de amor prometiéndola volver, se parapetaba detrás de la identidad de El Lobo y de sus innumerables y peligrosas misiones secretas de las que no podía hablar. En realidad era un aprovechado, del que descubrimos que tenía familia e hijos en una ciudad de Cataluña.
Y es que se puede engañar a unos cuantos durante un tiempo, pero es imposible hacerlo siempre.
En la película "El golpe", los pedazo de actores Redford y Newman hacen el papel de dos timadores que engañaban a un jefe de la mafia. Para ello no bastaba con su capacidad de engaño. Además debían disponer de la parafernalia adecuada para hacer creíble su embuste.
El "agente Nicolás" llevaba bien aprendida la lección. Era un embaucador, con mucha labia y muy listo, que enseñaba las fotos que se había tomado con gente importante como si demostraran una relación que en realidad no existía. Políticos, actores y demás gente con nombre posa con familiaridad con decenas o centenares de personas sin que ello suponga que son amigos de toda la vida.
Su habilidad estuvo en hinchar una mentira y en que la gente es crédula por naturaleza y más si se dispone de la parafernalia adecuada: coches de lujo, escoltas, pisos en zonas nobles y demás. Nicolás no trabajaba para la Moncloa ni lo hacía para el CNI. En ambos lugares se selecciona mucho mejor a sus colaboradores y no se deposita confianza en un joven sin preparación.
Timadores como él ha habido muchos en España. Un policía de Xátiva, hace poco tiempo, fue detenido por hacerse pasar por agente del CNI dedicado a reclutar chicas para el servicio. Evidentemente, tras unas pruebas teóricas intentaba convencerlas de que se debían acostar con él para pasar a ser espías y cobrar un alto sueldo.
Hace más de diez años conocí personalmente otra suplantación. Una chica se puso en contacto conmigo asegurándome que conocía personalmente a El Lobo y pidiéndome datos sobre él. El caso me extrañó tanto que me desplacé a una localidad de Alicante para charlar con ella. Allí descubrí el engaño y se lo hice conocer a la inocente joven. El hombre que decía amarla, que aparecía por sorpresa cada seis meses y pasaba con ella un par de intensos días de amor prometiéndola volver, se parapetaba detrás de la identidad de El Lobo y de sus innumerables y peligrosas misiones secretas de las que no podía hablar. En realidad era un aprovechado, del que descubrimos que tenía familia e hijos en una ciudad de Cataluña.
Y es que se puede engañar a unos cuantos durante un tiempo, pero es imposible hacerlo siempre.
jueves, 9 de octubre de 2014
"Homeland" y "El regreso de El Lobo": La CIA, Al Qaeda...Carrie y Mikel Lejarza
Hoy comienza en Fox la cuarta temporada de "Homeland", esa serie de espionaje que tanto llegó a gustarnos a algunos, pero cuya evolución dejó incógnitas sobre si merecía la pena seguir en el empeño. La serie estadounidense tiene una relación temática importante con mi novela "El regreso de El Lobo", aunque el tratamiento y el argumento sean distintos y con un enfoque opuesto.
En "Homeland" es un sargento de marines el que se convierte en agente doble al servicio de Al Qaeda. En "El regreso de El Lobo" es un espía español, Mikel Lejarza, al que la CIA trata de convertir en terrorista de Al Qaeda.
Carrie, la agente de la CIA con un transtorno síquico, se convierte en la protagonista única en la temporada que ahora se estrena. Es la antihéroe, una mujer con gran preparación para las tareas del espionaje, con una tendencia a actuar por su cuenta -como El Lobo-, que conoce perfectamente el terrorismo yihadista.
El Lobo en la novela es un agente del CNI cansado de trabajar para el servicio secreto, que ha buscado en Dubai un remanso de tranquilidad para encontrarse a sí mismo. No busca relacionarse con Al Qaeda, pero el amigo que le da cobijo pertenece al grupo y le encarga una misión nada relacionada con matar occidentales...al principio.
Los dos son expertos espías y odian muchas de las cosas que el trabajo secreto les obliga a realizar. No quieren ser héroes, pero asumen las misiones que les encargan. Los dos son personas altruistas con los problemas personales que conlleva haber trabajo mucho tiempo engañando y manipulando a las personas que les rodean. Eso es el espionaje, no nos engañemos.
En los dos casos aparecen la CIA y Al Qaeda. La visión en mi novela se remonta a la convulsión que produjo en el mundo el 11-S y el consiguiente caos de la CIA, que recibía bofetadas por todas partes. En "Homeland" esa visión es más positiva para los espías estadounidenses, algo lógico por otra parte.
En la serie y en la novela hay una pregunta latente: ¿Qué lleva a una persona normal a hacerse terrorista? Y otra que para mí es muy importante: ¿Qué lleva a una persona a hacerse espía y no dejarlo con el paso de los años?
En "Homeland" es un sargento de marines el que se convierte en agente doble al servicio de Al Qaeda. En "El regreso de El Lobo" es un espía español, Mikel Lejarza, al que la CIA trata de convertir en terrorista de Al Qaeda.
Carrie, la agente de la CIA con un transtorno síquico, se convierte en la protagonista única en la temporada que ahora se estrena. Es la antihéroe, una mujer con gran preparación para las tareas del espionaje, con una tendencia a actuar por su cuenta -como El Lobo-, que conoce perfectamente el terrorismo yihadista.
El Lobo en la novela es un agente del CNI cansado de trabajar para el servicio secreto, que ha buscado en Dubai un remanso de tranquilidad para encontrarse a sí mismo. No busca relacionarse con Al Qaeda, pero el amigo que le da cobijo pertenece al grupo y le encarga una misión nada relacionada con matar occidentales...al principio.
Los dos son expertos espías y odian muchas de las cosas que el trabajo secreto les obliga a realizar. No quieren ser héroes, pero asumen las misiones que les encargan. Los dos son personas altruistas con los problemas personales que conlleva haber trabajo mucho tiempo engañando y manipulando a las personas que les rodean. Eso es el espionaje, no nos engañemos.
En los dos casos aparecen la CIA y Al Qaeda. La visión en mi novela se remonta a la convulsión que produjo en el mundo el 11-S y el consiguiente caos de la CIA, que recibía bofetadas por todas partes. En "Homeland" esa visión es más positiva para los espías estadounidenses, algo lógico por otra parte.
En la serie y en la novela hay una pregunta latente: ¿Qué lleva a una persona normal a hacerse terrorista? Y otra que para mí es muy importante: ¿Qué lleva a una persona a hacerse espía y no dejarlo con el paso de los años?
martes, 7 de octubre de 2014
Una espía llamada Corinna, princesa Corinna
La condesa de Romanones, Aline Griffith, fue espía del servicio secreto de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y algunos años más. Sabe lo que dice, aunque obviamente le falte información actual. El otro día hizo unas declaraciones que me llamaron la atención: "El papel de las mujeres en el mundo del espionaje ha dido muy importante. Corinna habría sido una buena espía".
Decía esto la condesa a raíz de una pregunta sobre un collar de esmeraldas y oro blanco que vendió en una subasta y acabó en el cuello de la princesa Corinna, la amiga del rey Juan Carlos. Conociendo su belleza, sus exquisitas relaciones y su don de gentes, la condesa saca esa conclusión con argumentos: "habría sido una buena espía".
La información que la falta es que Corinna llegó a colaborar con el CNI, aunque sus dirigentes, como es normal y habitual, negaran cualquier relación con ella. No se reconoce una vinculación de ese tipo, ni bajo tortura. La gente que se mueve obteniendo información de gran valía y prestando todo tipo de ayudas, es protegida hasta la extenuación. Si hace falta mentir, se miente. Cosas del mundo del espionaje.
Se dijo que el CNI la había espiado para descubrir si la amiga del rey tenía trapos sucios que pudieran perjudicar a la monarquía. Se dijo que la habían protegido para evitar un secuestro o un atentado. La realidad es que ayudó al CNI, como lo hacen muchas personas importantes. Unos cobrando, otros a cambio de favores y algunos por un deseo de colaborar con su país. Siempre sacan algo, de eso no cabe duda.
Corinna, princesa Corinna. Como Bond, James Bond.
Decía esto la condesa a raíz de una pregunta sobre un collar de esmeraldas y oro blanco que vendió en una subasta y acabó en el cuello de la princesa Corinna, la amiga del rey Juan Carlos. Conociendo su belleza, sus exquisitas relaciones y su don de gentes, la condesa saca esa conclusión con argumentos: "habría sido una buena espía".
La información que la falta es que Corinna llegó a colaborar con el CNI, aunque sus dirigentes, como es normal y habitual, negaran cualquier relación con ella. No se reconoce una vinculación de ese tipo, ni bajo tortura. La gente que se mueve obteniendo información de gran valía y prestando todo tipo de ayudas, es protegida hasta la extenuación. Si hace falta mentir, se miente. Cosas del mundo del espionaje.
Se dijo que el CNI la había espiado para descubrir si la amiga del rey tenía trapos sucios que pudieran perjudicar a la monarquía. Se dijo que la habían protegido para evitar un secuestro o un atentado. La realidad es que ayudó al CNI, como lo hacen muchas personas importantes. Unos cobrando, otros a cambio de favores y algunos por un deseo de colaborar con su país. Siempre sacan algo, de eso no cabe duda.
Corinna, princesa Corinna. Como Bond, James Bond.
jueves, 2 de octubre de 2014
Los errores de la CIA con Al Qaeda y el Estado Islámico
Me lo preguntó el otro día un joven que estaba leyendo "El regreso de El Lobo": "Es verdad, como cuentas en la novela, que la CIA prometió a Bin Laden que a cambio de su apoyo en la guerra de Afganistán contra los rusos, ayudarían económicamente al país y luego no hicieron nada?". Efectivamente así fue.
El 11-S es el último momento histórico que ha convulsionado al mundo. Nuestra vida diaria cambió y ya no ha vuelto a ser la misma. Al Qaeda demostró que nada ni nadie está libre de un atentado terrorista. Y también dejó claro, entre otras cosas, que la ayuda a grupos terroristas que están de parte de alguna de las grandes potencias, puede volverse contra el país que en un momento les ha ayudado.
La CIA entregó armas y dinero a la gente de Bin Laden porque les interesaba que la URSS no ganara la guerra de Afganistán. Prometieron y prometieron más ayuda más adelante sabiendo que una vez concluido el conflicto no cumplirían su palabra. Bin Laden se sintió engañado y su ideología radical hizo el resto. Les juró odio eterno.
Después del 11-S se convirtió en el peor enemigo que ha tenido Estados Unidos durante el siglo XXI. No pararon hasta matarle, aunque detrás de él ya estaba viva la ideología de acabar con los cruzados.
Hace poco ha surgido el Estado Islámico. La ideología es la misma, aunque se han ridiculizado aún más y tratan de imponer su forma de ver la vida, de una forma cruel, a los propios musulmanes. La CIA nuevamente les había dado formación militar, armas y dinero para que lucharan en Siria contra el régimen de Bashar al Asad, a quien pretendían derrocar. Ese apoyo se les ha vuelto en contra. Una vez constituido en grupo potente se han enfrentado a aquellos que les dieron de comer.
El mismo error que la CIA lo cometieron los servicios secretos de países árabes como Arabia Saudí o Qatar, que ahora participan en los ataques contra el Estado Islámico. Y es que las maniobras sucias en las alcantarillas a veces no solo no contribuyen a solucionar los problemas, sino que los acrecientan.
El 11-S es el último momento histórico que ha convulsionado al mundo. Nuestra vida diaria cambió y ya no ha vuelto a ser la misma. Al Qaeda demostró que nada ni nadie está libre de un atentado terrorista. Y también dejó claro, entre otras cosas, que la ayuda a grupos terroristas que están de parte de alguna de las grandes potencias, puede volverse contra el país que en un momento les ha ayudado.
La CIA entregó armas y dinero a la gente de Bin Laden porque les interesaba que la URSS no ganara la guerra de Afganistán. Prometieron y prometieron más ayuda más adelante sabiendo que una vez concluido el conflicto no cumplirían su palabra. Bin Laden se sintió engañado y su ideología radical hizo el resto. Les juró odio eterno.
Después del 11-S se convirtió en el peor enemigo que ha tenido Estados Unidos durante el siglo XXI. No pararon hasta matarle, aunque detrás de él ya estaba viva la ideología de acabar con los cruzados.
Hace poco ha surgido el Estado Islámico. La ideología es la misma, aunque se han ridiculizado aún más y tratan de imponer su forma de ver la vida, de una forma cruel, a los propios musulmanes. La CIA nuevamente les había dado formación militar, armas y dinero para que lucharan en Siria contra el régimen de Bashar al Asad, a quien pretendían derrocar. Ese apoyo se les ha vuelto en contra. Una vez constituido en grupo potente se han enfrentado a aquellos que les dieron de comer.
El mismo error que la CIA lo cometieron los servicios secretos de países árabes como Arabia Saudí o Qatar, que ahora participan en los ataques contra el Estado Islámico. Y es que las maniobras sucias en las alcantarillas a veces no solo no contribuyen a solucionar los problemas, sino que los acrecientan.
martes, 16 de septiembre de 2014
Una novela sobre El Lobo y una película sobre Lasa y Zabala: aplausos y críticas
"El yihadista vasco". Así titulaba hace unos días Gerardo Elorriaga en "El Correo" la crítica a mi novela "El regreso de El Lobo". Hacía referencia al hecho de "la conversión del infiltrado en un musulmán radicalizado" que "constituye un original punto de partida de la novela". A lo que añadía que la obra goza de "una notable sensación de credibilidad, favorecida por la construcción de los personajes".
He tenido la suerte de que las críticas hasta el momento han destacado que "constituye una de las aportaciones más atractivas de los últimos tiempos al género del espionaje". Pero también Mikel Lejarza ha sido el centro de atención a raíz de la publicación del libro. Se ha recordado su arriesgada peripecia en el seno de ETA, las veces que escuchó el silbido de una bala dirigida a él que por suerte equivocó el rumbo, incluso se ha habladode ese desazón que le produjo el comportamiento de los mandos de su propio servicio secreto. "Cuántas veces me habré preguntado para qué", escribe al final de "El regreso de El Lobo".
Como contador de historias que investigo en las alcantarillas del poder, creo justo reconocer que con frecuencia hay gente a la que le disgusta el contenido de los que contamos. Cuando los temas están cerca de nuestra forma de concebir el mundo los aplaudimos, pero no si son historias que consideramos benefician a nuestros enemigos.
En el Festival de Cine de San Sebastián que comienza el 19 de septiembre, se estrena la película "Lasa y Zabala". Basándose en los documentos del juicio, según especifica su director Pablo Malo, cuenta la verídica historia de dos miembros de ETA que fueron secuestrados en Bayona por miembros de la Guardia Civil y trasladados a España donde fueron torturados y finalmente asesinados.
Ya antes delegar a las salas de cine la película se ha visto envuelta en polémica por haber sido financiada por instituciones controladas por la izquierda abertzale y por el gobierno vasco del PNV.
Habrá que esperar a ver la película, pero de entrada hay que respetar el derecho de cualquier creador a hacer una película basada en hechos reales y en una parte de la historia española que no nos gusta a muchos y que por suerte fue desterrada de la lucha antiterrorista. A veces, los que tienen que ser los buenos, se convierten en malos. Fueron pocos, pero eso también forma parte de las alcantarillas del poder. Como periodista de investigación defenderé siempre el derecho de todos a contar historias, siempre que reajusten a la verdad.
He tenido la suerte de que las críticas hasta el momento han destacado que "constituye una de las aportaciones más atractivas de los últimos tiempos al género del espionaje". Pero también Mikel Lejarza ha sido el centro de atención a raíz de la publicación del libro. Se ha recordado su arriesgada peripecia en el seno de ETA, las veces que escuchó el silbido de una bala dirigida a él que por suerte equivocó el rumbo, incluso se ha habladode ese desazón que le produjo el comportamiento de los mandos de su propio servicio secreto. "Cuántas veces me habré preguntado para qué", escribe al final de "El regreso de El Lobo".
Como contador de historias que investigo en las alcantarillas del poder, creo justo reconocer que con frecuencia hay gente a la que le disgusta el contenido de los que contamos. Cuando los temas están cerca de nuestra forma de concebir el mundo los aplaudimos, pero no si son historias que consideramos benefician a nuestros enemigos.
En el Festival de Cine de San Sebastián que comienza el 19 de septiembre, se estrena la película "Lasa y Zabala". Basándose en los documentos del juicio, según especifica su director Pablo Malo, cuenta la verídica historia de dos miembros de ETA que fueron secuestrados en Bayona por miembros de la Guardia Civil y trasladados a España donde fueron torturados y finalmente asesinados.
Ya antes delegar a las salas de cine la película se ha visto envuelta en polémica por haber sido financiada por instituciones controladas por la izquierda abertzale y por el gobierno vasco del PNV.
Habrá que esperar a ver la película, pero de entrada hay que respetar el derecho de cualquier creador a hacer una película basada en hechos reales y en una parte de la historia española que no nos gusta a muchos y que por suerte fue desterrada de la lucha antiterrorista. A veces, los que tienen que ser los buenos, se convierten en malos. Fueron pocos, pero eso también forma parte de las alcantarillas del poder. Como periodista de investigación defenderé siempre el derecho de todos a contar historias, siempre que reajusten a la verdad.
lunes, 1 de septiembre de 2014
La historia de una foto: 40 años después de infiltrarse en ETA, Lejarza posa para una foto como aparece en "El regreso de El Lobo"
Mi novela "El regreso de El Lobo", que llegará a las librerías el 4 de septiembre, aparece justamente en el momento en que se cumplen 40 años del momento en que el joven vasco Mikel Lejarza comienza sus gestiones para intentar infiltrarse en ETA. No sabe nada de la banda terrorista y sus instructores del SECED -posteriormente CESID y CNI- desconocen casi todo de su funcionamiento.
Hace un año, tras concluir el original, le entregué una copia a Mikel para que la leyera. Él es el protagonista de una historia de ficción que arranca en Dubai tras los atentados del 11-S y aunque es un personaje que pertenece ya a la historia de España, creí que debía leerla antes de su publicación.
Mikel dio su visto bueno y un par de meses después me anunció que por esas cosas de la casualidad iba a viajar a Dubai, donde tiene lugar la acción de la primera mitad de la novela -el resto transcurre en Nueva York-. Pícaro como es, no tardó en enviarme una foto en la que aparecía vestido con la kantora, el traje típico que llevan los dubaitíes. Le pedí que se hiciera fotos para poder utilizarlas cuando saliera el libro y generosamente
así lo hizo.
Mikel es amigo de sus amigos, una cualidad que apreciamos sobre manera todos los que tenemos el placer de compartir momentos con él. Vive en la clandestinidad y nunca dejará de hacerlo para evitar que cualquier loco, por mucha tregua de ETA que haya, intente acabar con su vida. Por eso tiene un mérito especial que haya accedido a difundir una foto suya.
40 años sirviendo a España en misiones tan arriesgadas similares a la que refleja la novela, le han convertido en el agente más valioso que ha tenido el servicio secreto español en toda su historia. Algún día el gobierno le reconocerá su trabajo. Si no lo hace, la historia de España estará incompleta.
Hace un año, tras concluir el original, le entregué una copia a Mikel para que la leyera. Él es el protagonista de una historia de ficción que arranca en Dubai tras los atentados del 11-S y aunque es un personaje que pertenece ya a la historia de España, creí que debía leerla antes de su publicación.
Mikel dio su visto bueno y un par de meses después me anunció que por esas cosas de la casualidad iba a viajar a Dubai, donde tiene lugar la acción de la primera mitad de la novela -el resto transcurre en Nueva York-. Pícaro como es, no tardó en enviarme una foto en la que aparecía vestido con la kantora, el traje típico que llevan los dubaitíes. Le pedí que se hiciera fotos para poder utilizarlas cuando saliera el libro y generosamente
así lo hizo.
Mikel es amigo de sus amigos, una cualidad que apreciamos sobre manera todos los que tenemos el placer de compartir momentos con él. Vive en la clandestinidad y nunca dejará de hacerlo para evitar que cualquier loco, por mucha tregua de ETA que haya, intente acabar con su vida. Por eso tiene un mérito especial que haya accedido a difundir una foto suya.
40 años sirviendo a España en misiones tan arriesgadas similares a la que refleja la novela, le han convertido en el agente más valioso que ha tenido el servicio secreto español en toda su historia. Algún día el gobierno le reconocerá su trabajo. Si no lo hace, la historia de España estará incompleta.
jueves, 28 de agosto de 2014
"El regreso de El Lobo", que nunca se fue, 40 años después
Nunca se ha ido, pero los españoles lo desconocen. Siempre ha estado ahí, con rostro desconocido, engordando o adelgazando, con barba o sin ella, vestido con traje, chillaba o en chanclas. Unas veces se infiltraba en grupos terroristas, otras en mafias, algunas en grupos de blanqueo de dinero...
Mikel Lejarza, alias El Lobo, fue un jovencito que se infiltró en ETA hace 40 años, pensando que tenía en las manos la posibilidad de acabar con la mayor lacra que había padecido su pueblo, el País Vasco. Y casi lo consigue: más de 200 detenidos, ingente infraestructura descubierta y su modo de operar por primera vez al descubierto.
Muchos pensaron que tras este éxito desapareció para dedicarse a regentar una tienda de ropa, a cuidar de sus hijos o a trabajar para una multinacional. Nada más alejado de la realidad. Por sus venas corría el alma de un espía que era el mejor en lo que hacía: integrarse en grupos fuera de la ley, ganarse su confianza, contarlo todo y que otros procedieran a las detenciones. Nada se contaba posteriormente en la prensa de su trabajo. Los agentes oscuros del servicio secreto son así: solucionan problemas y luego desaparecen. Eso sí, si les pillan durante su labor, negarán ser espías y el servicio de inteligencia para el que trabajan se hará el sordo.
El CNI -y antes el CESID y el SECED- tiene muchos agentes como El Lobo, pero ninguno que haya estado tantos años padeciendo la tensión de ser continuamente otra persona, con miedo a hablar en sueños y delatarse y con problemas físicos crónicos como la sudoración excesiva o los problemas de estómago. Sin mencionar su complicada vida familiar, siempre clandestina, siempre con sumo cuidado.
En la primera crítica literaria publicada sobre mi nueva novela "El regreso de El Lobo" se afirma: "En el libro, y en la realidad, siempre hubo una queja por su parte de que las autoridades no le trataron como se merecía. En España no sabemos reconocer a nuestros héroes y los corruptos políticos, con sus tejemanejes, han primado más sus intereses que los de la población. En la novela, esta queja sobrevuela por casi todas sus páginas. Y algo de verdad habrá cuando lo dice el mayor especialista sobre nuestro sistema de inteligencia". http://www.todoliteratura.es/noticia/7398/CRITICAS/El-regreso-de-El-Lobo-de-Fernando-Rueda.html
Mikel Lejarza se ha convertido por merecimientos propios en el protagonista de una novela que tiene, según la crítica de "Todo Literatura" "un ritmo entre desbordante y reflexivo", "su principal virtud es la verosimilitud" y "es una novela inteligente donde el perfil sicológico de los protagonistas predomina en la trama".
40 años después de su famosa infiltración en ETA, El Lobo regresa. Aunque nunca se fue.
Mikel Lejarza, alias El Lobo, fue un jovencito que se infiltró en ETA hace 40 años, pensando que tenía en las manos la posibilidad de acabar con la mayor lacra que había padecido su pueblo, el País Vasco. Y casi lo consigue: más de 200 detenidos, ingente infraestructura descubierta y su modo de operar por primera vez al descubierto.
Muchos pensaron que tras este éxito desapareció para dedicarse a regentar una tienda de ropa, a cuidar de sus hijos o a trabajar para una multinacional. Nada más alejado de la realidad. Por sus venas corría el alma de un espía que era el mejor en lo que hacía: integrarse en grupos fuera de la ley, ganarse su confianza, contarlo todo y que otros procedieran a las detenciones. Nada se contaba posteriormente en la prensa de su trabajo. Los agentes oscuros del servicio secreto son así: solucionan problemas y luego desaparecen. Eso sí, si les pillan durante su labor, negarán ser espías y el servicio de inteligencia para el que trabajan se hará el sordo.
El CNI -y antes el CESID y el SECED- tiene muchos agentes como El Lobo, pero ninguno que haya estado tantos años padeciendo la tensión de ser continuamente otra persona, con miedo a hablar en sueños y delatarse y con problemas físicos crónicos como la sudoración excesiva o los problemas de estómago. Sin mencionar su complicada vida familiar, siempre clandestina, siempre con sumo cuidado.
En la primera crítica literaria publicada sobre mi nueva novela "El regreso de El Lobo" se afirma: "En el libro, y en la realidad, siempre hubo una queja por su parte de que las autoridades no le trataron como se merecía. En España no sabemos reconocer a nuestros héroes y los corruptos políticos, con sus tejemanejes, han primado más sus intereses que los de la población. En la novela, esta queja sobrevuela por casi todas sus páginas. Y algo de verdad habrá cuando lo dice el mayor especialista sobre nuestro sistema de inteligencia". http://www.todoliteratura.es/noticia/7398/CRITICAS/El-regreso-de-El-Lobo-de-Fernando-Rueda.html
Mikel Lejarza se ha convertido por merecimientos propios en el protagonista de una novela que tiene, según la crítica de "Todo Literatura" "un ritmo entre desbordante y reflexivo", "su principal virtud es la verosimilitud" y "es una novela inteligente donde el perfil sicológico de los protagonistas predomina en la trama".
40 años después de su famosa infiltración en ETA, El Lobo regresa. Aunque nunca se fue.
lunes, 7 de julio de 2014
El director del CNI supo qué hacer para engatusar al Gobierno
Disculpad que no escribiera antes sobre la reelección del director del CNI, Félix Sanz, pero he tenido que dedicar un pequeño esfuerzo a mi nuevo libro "El regreso de El Lobo" que llegará a las librerías a primeros de septiembre y cuyo impactante book trailer habéis recibido tan bien (https://www.youtube.com/watch?v=on0P3cyCSE0).
Ya había adelantado que el Gobierno iba a darle un segundo mandato de cinco años, aunque solo cumplirá hasta que el ejecutivo que salga de las próximas elecciones generales nombre a su sustituto. No soy un adivino, lo decían los datos y hasta el propio Sanz lo dio por hecho en alguna reunión con periodistas. Lo principal es que ha evitado los escándalos y eso vale sin duda un segundo reinado. Alguien que sale de la comisión de control del Congreso y consigue que hasta el representante de Izquierda Unida hable bien de él, es que dedica tiempo a explicar su trabajo y a engatusar (dicho en el mejor de los sentidos).
Cuentan que lo está haciendo bien y los datos que conocemos así lo atestiguan. Consiguió discretamente la liberación de los tres periodistas secuestrados en Siria, apoyó a la monarquía en el complicado caso Urdangarín, mantiene permanentemente informados a la vicepresidenta de las novedades que se van a producir en Cataluña...
Y ha hecho lo más difícil: salir con habilidad de los charcos que podían ensuciarle. Como es el caso de la ayuda a la NSA de Estados Unidos en su espionaje masivo por medios electrónicos. Se demostró que el CNI dispone de tecnología avanzada y que la utiliza a veces en beneficio de terceros. Sin duda, a cambio de ayudas de esos países a España. Pero el hecho es que nadie entró al trapo contra él.
Su habilidad en las distancias cortas le ha granjeado el apoyo del Gobierno. Si consigue evitar un escándalo en sus filas, será el primer director del servicio secreto español desde la llegada de la democracia que salga por la puerta grande. Le queda año y medio.
Ya había adelantado que el Gobierno iba a darle un segundo mandato de cinco años, aunque solo cumplirá hasta que el ejecutivo que salga de las próximas elecciones generales nombre a su sustituto. No soy un adivino, lo decían los datos y hasta el propio Sanz lo dio por hecho en alguna reunión con periodistas. Lo principal es que ha evitado los escándalos y eso vale sin duda un segundo reinado. Alguien que sale de la comisión de control del Congreso y consigue que hasta el representante de Izquierda Unida hable bien de él, es que dedica tiempo a explicar su trabajo y a engatusar (dicho en el mejor de los sentidos).
Cuentan que lo está haciendo bien y los datos que conocemos así lo atestiguan. Consiguió discretamente la liberación de los tres periodistas secuestrados en Siria, apoyó a la monarquía en el complicado caso Urdangarín, mantiene permanentemente informados a la vicepresidenta de las novedades que se van a producir en Cataluña...
Y ha hecho lo más difícil: salir con habilidad de los charcos que podían ensuciarle. Como es el caso de la ayuda a la NSA de Estados Unidos en su espionaje masivo por medios electrónicos. Se demostró que el CNI dispone de tecnología avanzada y que la utiliza a veces en beneficio de terceros. Sin duda, a cambio de ayudas de esos países a España. Pero el hecho es que nadie entró al trapo contra él.
Su habilidad en las distancias cortas le ha granjeado el apoyo del Gobierno. Si consigue evitar un escándalo en sus filas, será el primer director del servicio secreto español desde la llegada de la democracia que salga por la puerta grande. Le queda año y medio.
viernes, 27 de junio de 2014
Idioteces sobre el CNI y la captación de confidentes en Galicia
Disfruté un montón de la historia de El Confidencial Digital. Hicieron con talento su trabajo: contar la historia que la Asociación de Presos de Resistencia Galega había denunciado en contra del CNI (http://www.elconfidencialautonomico.com/galicia/colectivo-Resistencia-Galega-CNI-confidente_0_2295370457.html).
Aluciné, tengo que reconocerlo: Un independentista ha denunciado que el CNI intentó captarle. Hasta ahí todo normal y cien por cien creíble, pues esa es la forma de trabajar de los espías. Captan a alguien que está dentro, le convencen por las buenas o por las malas de que les pase información y le estrujan todo lo que pueden. Para conseguirlo, le prometen ayuda en procesos judiciales en marcha, dinero o cualquier cosa a la que este se avenga.
Lo increíble de la historia fueron los detalles del intento de captación fracasado. J.M.P. cuenta que conducía su coche por las calles de Vigo cuando le interceptó otro vehículo. Un hombre "que se identificó con un documento del Ministerio del Interior" le pidió que le acompañara a comisaría. Como se negó, allí mismo le ofreció cualquier cosa que necesitara a cambio de que se convirtiera en confidente del CNI.
Tal y como cuenta la historia J.M.P. puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que nadie del CNI, ni siquiera un agente chapuza -que habría sido ya expulsado-, pudo llevar a cabo semejante estropicio. Conseguir un informante conlleva una larga labor de preparación y estudio, acercarse a él en un momento apropiado -siempre con cierta privacidad para que no pueda montar un follón- y con una estrategia para saber cuál es su punto débil y atacarla por ahí. Jamás interceptar un coche y llevarlo a comisaría.
Además, los agentes del CNI utilizan nombres falsos en los acercamientos, sin enseñar jamás su acreditación, que no es del Ministerio del Interior sino una propia en que pone claramente que es del CNI. Si en algún momento no quieren especificar claramente que son espías, lo que hacen es decir que son "agentes de presidencia del Gobierno", no del Ministerio del Interior.
Lo siento J.M.P. y Asociación de presos de Resistencia Galega. No dudo de que el CNI tenga topos allí metidos y que pueda intentar meter más, pero denunciar un caso como éste carente de credibilidad ha sido un grave error. Busquen a los topos que tienen dentro y desenmascárenlos, pero antes consigan pruebas. De las buenas.
Aluciné, tengo que reconocerlo: Un independentista ha denunciado que el CNI intentó captarle. Hasta ahí todo normal y cien por cien creíble, pues esa es la forma de trabajar de los espías. Captan a alguien que está dentro, le convencen por las buenas o por las malas de que les pase información y le estrujan todo lo que pueden. Para conseguirlo, le prometen ayuda en procesos judiciales en marcha, dinero o cualquier cosa a la que este se avenga.
Lo increíble de la historia fueron los detalles del intento de captación fracasado. J.M.P. cuenta que conducía su coche por las calles de Vigo cuando le interceptó otro vehículo. Un hombre "que se identificó con un documento del Ministerio del Interior" le pidió que le acompañara a comisaría. Como se negó, allí mismo le ofreció cualquier cosa que necesitara a cambio de que se convirtiera en confidente del CNI.
Tal y como cuenta la historia J.M.P. puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que nadie del CNI, ni siquiera un agente chapuza -que habría sido ya expulsado-, pudo llevar a cabo semejante estropicio. Conseguir un informante conlleva una larga labor de preparación y estudio, acercarse a él en un momento apropiado -siempre con cierta privacidad para que no pueda montar un follón- y con una estrategia para saber cuál es su punto débil y atacarla por ahí. Jamás interceptar un coche y llevarlo a comisaría.
Además, los agentes del CNI utilizan nombres falsos en los acercamientos, sin enseñar jamás su acreditación, que no es del Ministerio del Interior sino una propia en que pone claramente que es del CNI. Si en algún momento no quieren especificar claramente que son espías, lo que hacen es decir que son "agentes de presidencia del Gobierno", no del Ministerio del Interior.
Lo siento J.M.P. y Asociación de presos de Resistencia Galega. No dudo de que el CNI tenga topos allí metidos y que pueda intentar meter más, pero denunciar un caso como éste carente de credibilidad ha sido un grave error. Busquen a los topos que tienen dentro y desenmascárenlos, pero antes consigan pruebas. De las buenas.
miércoles, 18 de junio de 2014
No está escrito que el CNI deba informar al rey Felipe VI
El nombramiento del nuevo rey trae a colofón un tema importante relacionado con el servicio de inteligencia. El CNI, desde la creación de su antecesor el Cesid en 1977, siempre ha informado puntualmente al rey Juan Carlos de todo lo que ha sabido. Lo hicieron los tres primeros directores militares antes del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, incluyéndole cualquier tema de cualquier asunto del que se enteraban.
Lo hizo Emilio Alonso Manglano, director de "La Casa" tras la intentona, llegando incluso a apuntarle con el número 1 de los ejemplares clasificados que enviaba a las quince máximas autoridades de la nación.
Siguió la estela Félix Miranda, que apenas estuvo unos meses en el cargo y retomó los mimos Javier Calderón, que como todos sus antecesores se pasaba periódicamente por el palacio de la Zarzuela para despachar asuntos de interés público y privado del monarca.
El primer civil Jorge Dezcallar llegó al puesto con el visto bueno del rey. Era un gran cambio en el Cesid, que tras él pasó a llamarse CNI y a experimentar grandes cambios. Tan buena fue su relación, que su nombre sonó varias veces para el cargo de jefe de la Casa Real.
Alberto Saiz no conocía al rey cuando fue nombrado para el cargo tras los atentados del 11-M, pero pronto se dio cuenta de la importancia de llevarse bien con él, ayudarle en todo lo que pidiera y tenerle al tanto de los asuntos más graves. Incluso don Juan Carlos se lo llevó alguna vez de caza para que pudiera hablar con un banquero portugués de su interés.
Tras la llegada nuevamente de un general, Félix Sanz, la relación no ha podido ser mejor. Le ha ayudado a resolver el tema de Urdangarín y los diversos ataques que ha recibido la monarquía en los últimos años.
Ahora llega Felipe VI, que espera mantener esa buena relación y no hay motivo para que cambie. Sanz seguirá acudiendo a Zarzuela para informarle de todo y para preguntarle si necesita información de alguna cosa. Eso lo hará consciente de que el artículo 1 de la Ley 11/2002 que regula el CNI establece que son el "organismo público responsable de facilitar al presidente del Gobierno y al Gobierno de la nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones". ¿Dónde aparece el rey?
Lo hizo Emilio Alonso Manglano, director de "La Casa" tras la intentona, llegando incluso a apuntarle con el número 1 de los ejemplares clasificados que enviaba a las quince máximas autoridades de la nación.
Siguió la estela Félix Miranda, que apenas estuvo unos meses en el cargo y retomó los mimos Javier Calderón, que como todos sus antecesores se pasaba periódicamente por el palacio de la Zarzuela para despachar asuntos de interés público y privado del monarca.
El primer civil Jorge Dezcallar llegó al puesto con el visto bueno del rey. Era un gran cambio en el Cesid, que tras él pasó a llamarse CNI y a experimentar grandes cambios. Tan buena fue su relación, que su nombre sonó varias veces para el cargo de jefe de la Casa Real.
Alberto Saiz no conocía al rey cuando fue nombrado para el cargo tras los atentados del 11-M, pero pronto se dio cuenta de la importancia de llevarse bien con él, ayudarle en todo lo que pidiera y tenerle al tanto de los asuntos más graves. Incluso don Juan Carlos se lo llevó alguna vez de caza para que pudiera hablar con un banquero portugués de su interés.
Tras la llegada nuevamente de un general, Félix Sanz, la relación no ha podido ser mejor. Le ha ayudado a resolver el tema de Urdangarín y los diversos ataques que ha recibido la monarquía en los últimos años.
Ahora llega Felipe VI, que espera mantener esa buena relación y no hay motivo para que cambie. Sanz seguirá acudiendo a Zarzuela para informarle de todo y para preguntarle si necesita información de alguna cosa. Eso lo hará consciente de que el artículo 1 de la Ley 11/2002 que regula el CNI establece que son el "organismo público responsable de facilitar al presidente del Gobierno y al Gobierno de la nación las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones". ¿Dónde aparece el rey?
jueves, 12 de junio de 2014
Policía y CNI, a tiro limpio (como siempre)
Nunca se han llevado bien. Ellos lo saben, sus jefes lo saben y el presidente del Gobierno del momento lo sabe. Poco hay que hacer, excepto dar la orden en algunos lugares de ser más discretos. Porque lo que hay en estos momentos -igual que hace 40, 30, 20 o 10 años- es una guerra declarada entre la Policía y el CNI.
El motivo que ha desatado que la guerra silenciosa pase a desarrollarse en el cuadrilátero público de los medios de comunicación ha sido la participación activa del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en la denuncia contra nueve policías por el "caso Emperador". Una de sus agentes, con el original nombre de "María", presionó a uno de los jefes de la trama, Yongping Wu Liu, para que contara todo lo que sabía contra uno de los policías.
A partir de ese momento, han aparecido informaciones en contra del CNI criticando sus fallos a la hora de conseguir información valiosa para el Gobierno. Incluso se han filtrado datos que van contra su director, Félix Sanz, hablando de la necesidad de que sea sustituido por un civil cuando dentro de unas semanas caduque el periodo de 5 años para el que fue nombrado.
El CNI se mantiene en silencio, no quiere que nadie diga que devuelven las balas lanzadas desde el lado de la Policía. Es una forma de decir que ellos hacen su trabajo y que son otros los que tratan de enmerdar la situación.
Es una vieja guerra que nunca ha parado, aunque en muchos periodos no se note porque los jefes políticos la han impedido. Los policías de los servicios de información y los agentes del CNI tienen muchos terrenos en que compiten por conseguir información: terrorismo de ETA y yihadista, investigación de la corrupción, temas internacionales...
Por mucho que ejecutivos del PP y PSOE lo hayan intentado en algunas ocasiones, los dos grupos no solo no comparten información, sino que esconden la que consiguen. Nunca se han fiado. Fueron llamados al orden cuando esa falta de colaboración facilitó que no se impidieran los atentados terroristas del 11-M. Durante un tiempo bajaron la cabeza y colaboraron algo más, pero duró poco.
La guerra se ha vuelto a desatar. Tiene pinta de que va a ganar el CNI, como lo ha hecho con frecuencia. Su director, Félix Sanz, tiene mucha más influencia en el palacio de la Moncloa que el director de la Policía, Ignacio Cosidó o el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Resolver los trapos sucios del Gobierno en las alcantarillas tiene sus ventajas.
El motivo que ha desatado que la guerra silenciosa pase a desarrollarse en el cuadrilátero público de los medios de comunicación ha sido la participación activa del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) en la denuncia contra nueve policías por el "caso Emperador". Una de sus agentes, con el original nombre de "María", presionó a uno de los jefes de la trama, Yongping Wu Liu, para que contara todo lo que sabía contra uno de los policías.
A partir de ese momento, han aparecido informaciones en contra del CNI criticando sus fallos a la hora de conseguir información valiosa para el Gobierno. Incluso se han filtrado datos que van contra su director, Félix Sanz, hablando de la necesidad de que sea sustituido por un civil cuando dentro de unas semanas caduque el periodo de 5 años para el que fue nombrado.
El CNI se mantiene en silencio, no quiere que nadie diga que devuelven las balas lanzadas desde el lado de la Policía. Es una forma de decir que ellos hacen su trabajo y que son otros los que tratan de enmerdar la situación.
Es una vieja guerra que nunca ha parado, aunque en muchos periodos no se note porque los jefes políticos la han impedido. Los policías de los servicios de información y los agentes del CNI tienen muchos terrenos en que compiten por conseguir información: terrorismo de ETA y yihadista, investigación de la corrupción, temas internacionales...
Por mucho que ejecutivos del PP y PSOE lo hayan intentado en algunas ocasiones, los dos grupos no solo no comparten información, sino que esconden la que consiguen. Nunca se han fiado. Fueron llamados al orden cuando esa falta de colaboración facilitó que no se impidieran los atentados terroristas del 11-M. Durante un tiempo bajaron la cabeza y colaboraron algo más, pero duró poco.
La guerra se ha vuelto a desatar. Tiene pinta de que va a ganar el CNI, como lo ha hecho con frecuencia. Su director, Félix Sanz, tiene mucha más influencia en el palacio de la Moncloa que el director de la Policía, Ignacio Cosidó o el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Resolver los trapos sucios del Gobierno en las alcantarillas tiene sus ventajas.
miércoles, 4 de junio de 2014
Detectives: los problemas del espionaje privado
El viernes 6 de junio, el programa "Equipo de investigación" de La Sexta emite un reportaje sobre el trabajo de los detectives, en el que intervengo. Hace años escribí un libro titulado "Espías" (http://www.amazon.es/Esp%C3%ADas-Escuchas-dossiers-montajes-información-ebook/dp/B00FGFF48M/ref=sr_1_17?s=books&ie=UTF8&qid=1401876375&sr=1-17) en el que me sumergía en un mundo tan complicado como ese. Después he seguido informando del tema, que ha cambiado en cuanto a medios, pero no mucho en cuanto a técnicas operativas.
Desconozco el contenido del programa cundo escribo estas líneas, pero quiero dejar aquí mi opinión: los detectives privados son imprescindibles en una sociedad democrática. Los medios públicos no cubren, ni pueden cubrir, todas las necesidades de los ciudadanos. El espionaje industrial, la deslealtad de los empleados, los temas familiares (parejas, hijos), los asuntos económicos...
Hay muchos detectives buenos, pero también los hay malos, como en toda profesión. Los primeros son íntegros, honestos y llegan hasta donde pueden. Bordean la ley, pero no se la saltan. Los más imaginativos consiguen la información que buscan sus clientes, aplicando técnicas como la infiltración o la instalación de cámaras de grabación.
Otros se saltan la ley, sin duda. El sistema va contra ellos y los Cuerpos de Seguridad del Estado se sienten molestos con algunos de sus trabajos. Si les dejaran acceder, con todas las garantías judiciales, a cuentas bancarias, llamadas telefónicas o declaraciones de la renta, todo sería más eficiente. Pero la Policía no se fía.
Es verdad que hay algunos piratas en ese mundo. Yo hablé hace tiempo con un detective de Madrid que presumía abiertamente -grabé sus palabras con su conocimiento- de comprar a colaboradores para que le facilitaran movimientos de cuentas bancarias o papeles de Hacienda. Gente como él desacredita a la profesión.
Lo que es cierto es que mientras las leyes no se lo permitan, los detectives tendrán que hacer filigranas para conseguir la información imprescindible para solucionar sus casos. Están abocados a ello. En otros países como Estados Unidos se confía en los investigadores privados y les va muy bien. ¿Por qué no en España?
Desconozco el contenido del programa cundo escribo estas líneas, pero quiero dejar aquí mi opinión: los detectives privados son imprescindibles en una sociedad democrática. Los medios públicos no cubren, ni pueden cubrir, todas las necesidades de los ciudadanos. El espionaje industrial, la deslealtad de los empleados, los temas familiares (parejas, hijos), los asuntos económicos...
Hay muchos detectives buenos, pero también los hay malos, como en toda profesión. Los primeros son íntegros, honestos y llegan hasta donde pueden. Bordean la ley, pero no se la saltan. Los más imaginativos consiguen la información que buscan sus clientes, aplicando técnicas como la infiltración o la instalación de cámaras de grabación.
Otros se saltan la ley, sin duda. El sistema va contra ellos y los Cuerpos de Seguridad del Estado se sienten molestos con algunos de sus trabajos. Si les dejaran acceder, con todas las garantías judiciales, a cuentas bancarias, llamadas telefónicas o declaraciones de la renta, todo sería más eficiente. Pero la Policía no se fía.
Es verdad que hay algunos piratas en ese mundo. Yo hablé hace tiempo con un detective de Madrid que presumía abiertamente -grabé sus palabras con su conocimiento- de comprar a colaboradores para que le facilitaran movimientos de cuentas bancarias o papeles de Hacienda. Gente como él desacredita a la profesión.
Lo que es cierto es que mientras las leyes no se lo permitan, los detectives tendrán que hacer filigranas para conseguir la información imprescindible para solucionar sus casos. Están abocados a ello. En otros países como Estados Unidos se confía en los investigadores privados y les va muy bien. ¿Por qué no en España?
miércoles, 28 de mayo de 2014
Espías en evidencia por culpa de sus jefes en EEUU y en España
La Casa Blanca ha metido la pata de una forma increíble. Hace unos días facilitó una lista de altos cargos que asistirían a un acto en Afganistán con motivo de la visita del presidente Barack Obama. Los muy torpes se olvidaron de borrar el nombre del jefe de estación de la CIA. Un pecado nada venial que puede haber obligado al servicio de inteligencia a tener que prescindir de sus servicios.
Estos fallos son poco frecuentes. Aunque los espías acuden a muchos actos oficiales en Estados Unidos y en cualquier país del mundo, sus nombres nunca aparecen. La identidad de un espía es algo que todo el mundo protege, porque de saberse quién es su vida puede correr peligro y, en cualquier caso, se acabó su imprescindible clandestinidad.
En Estados Unidos hubo un caso que de error sin premeditación no tuvo nada durante el mandato del presidente Bush II. La agente de la CIA Valerie Plame se encontró con que su identidad era desvelada en la prensa. Ella supo desde el primer momento que la filtración era una venganza de la administración republicana motivada por las declaraciones públicas de su marido. Diplomático acreditado, se negó a admitir las mentiras del equipo de Bush sobre la posibilidad de que el Irak de Sadam Huseim tuviera armas de destrucción masiva. Nunca se lo perdonaron y les importó un bledo sacar a la luz la identidad de su mujer, una espía.
En España tenemos un caso bastante llamativo. Durante el mandato de Javier Calderón en el CESID -ahora CNI- durante el periodo 1996-2000, el presidente de Canarias, Manuel Hermoso, le telefoneó para preguntarle si Tomás Van de Walle había trabajado para ellos. La razón de su preocupación estaba en que unos meses antes había nombrado a un director general y varias semanas después la prensa había descubierto que había sido espía y había actuado irregularmente en El Salvador, lo que le obligó a dimitir. Alguien le había susurrado que Van de Walle también había sido agente y no quería que el caso se repitiera.
La ley prohibe que cualquiera, y más al director del espionaje, facilite esa información, pero Calderón le confirmó sus sospechas. El nombramiento fue suspendido y Gabriel Mato fue nombrado en su lugar Consejero de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Cuando todo estaba hecho, el presidente canario recibió una llamada del CESID. Le informaron de que el director se había equivocado y que el que había sido espía era el tío de Van de Walle. Un gran error que dejó al político sin cargo. Nadie dijo nada de la violación de la Ley de Secretos Oficiales.
Estos fallos son poco frecuentes. Aunque los espías acuden a muchos actos oficiales en Estados Unidos y en cualquier país del mundo, sus nombres nunca aparecen. La identidad de un espía es algo que todo el mundo protege, porque de saberse quién es su vida puede correr peligro y, en cualquier caso, se acabó su imprescindible clandestinidad.
En Estados Unidos hubo un caso que de error sin premeditación no tuvo nada durante el mandato del presidente Bush II. La agente de la CIA Valerie Plame se encontró con que su identidad era desvelada en la prensa. Ella supo desde el primer momento que la filtración era una venganza de la administración republicana motivada por las declaraciones públicas de su marido. Diplomático acreditado, se negó a admitir las mentiras del equipo de Bush sobre la posibilidad de que el Irak de Sadam Huseim tuviera armas de destrucción masiva. Nunca se lo perdonaron y les importó un bledo sacar a la luz la identidad de su mujer, una espía.
En España tenemos un caso bastante llamativo. Durante el mandato de Javier Calderón en el CESID -ahora CNI- durante el periodo 1996-2000, el presidente de Canarias, Manuel Hermoso, le telefoneó para preguntarle si Tomás Van de Walle había trabajado para ellos. La razón de su preocupación estaba en que unos meses antes había nombrado a un director general y varias semanas después la prensa había descubierto que había sido espía y había actuado irregularmente en El Salvador, lo que le obligó a dimitir. Alguien le había susurrado que Van de Walle también había sido agente y no quería que el caso se repitiera.
La ley prohibe que cualquiera, y más al director del espionaje, facilite esa información, pero Calderón le confirmó sus sospechas. El nombramiento fue suspendido y Gabriel Mato fue nombrado en su lugar Consejero de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Cuando todo estaba hecho, el presidente canario recibió una llamada del CESID. Le informaron de que el director se había equivocado y que el que había sido espía era el tío de Van de Walle. Un gran error que dejó al político sin cargo. Nadie dijo nada de la violación de la Ley de Secretos Oficiales.
miércoles, 21 de mayo de 2014
El director del CNI hasta presenta un libro para niños
De entrada, ni me sorprendió la noticia. Félix Sanz, director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), presentó el 12 de mayo el libro infantil "Una de piratas, nintendos al abordaje". Con chaqueta y sin corbata, el jefe de los espías españoles es un hombre que ha asentado el puesto gracias a ser un perfecto relaciones públicas. Cuando llegó al puesto, el CNI había sufrido una de las peores crisis de su historia. Un grupo de agentes se había sublevado contra el anterior director, Alberto Saiz, y habían filtrado a la prensa todos sus trapos sucios hasta conseguir su dimisión.
Félix Sanz pacificó La Casa a su estilo: repartió medallas entre los combatientes a favor y en contra de su predecesor, instauró el mando militar y se dedicó a explicar a todo el mundo de que había que tirar del carro en la misma dirección. Convenció a varios de los anteriores directores militares -Javier Calderón y Andrés Cassinello- de que le ayudaran a pelear contra los malos y dejó los asuntos más complicados a su secretaria general, Beatriz Méndez de Vigo.
Después se dedicó a seducir a su jefa, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Lo consiguió, como no podía ser de otra manera. Hasta tal punto de que ya ha logrado que cuando concluyan sus cinco años de manto, a principios de julio, se le renueve por un periodo más que le llevará hasta las elecciones generales.
Muchos querían sustituirle, pero no lo conseguirán porque se ha ganado la confianza del gobierno de Rajoy. Ha sabido vender sus éxitos -liberación de los periodistas españoles secuestrados en Siria, entre otros casos- y ha ocultado sus fallos, como no conseguir parar la secesión de Cataluña.
Por eso no me extrañó que presentara un libro infantil: el actual director quiere transmitir una imagen tan alejada a la del auténtico espía, que haría eso y más. Aunque no nos engañemos: los espías están para bucear en las alcantarillas del poder, para manipular y robar toda la información para que el gobierno actúe con la máxima ventaja. El dicho es totalmente cierto: el fin, justifica los medios.
Félix Sanz pacificó La Casa a su estilo: repartió medallas entre los combatientes a favor y en contra de su predecesor, instauró el mando militar y se dedicó a explicar a todo el mundo de que había que tirar del carro en la misma dirección. Convenció a varios de los anteriores directores militares -Javier Calderón y Andrés Cassinello- de que le ayudaran a pelear contra los malos y dejó los asuntos más complicados a su secretaria general, Beatriz Méndez de Vigo.
Después se dedicó a seducir a su jefa, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Lo consiguió, como no podía ser de otra manera. Hasta tal punto de que ya ha logrado que cuando concluyan sus cinco años de manto, a principios de julio, se le renueve por un periodo más que le llevará hasta las elecciones generales.
Muchos querían sustituirle, pero no lo conseguirán porque se ha ganado la confianza del gobierno de Rajoy. Ha sabido vender sus éxitos -liberación de los periodistas españoles secuestrados en Siria, entre otros casos- y ha ocultado sus fallos, como no conseguir parar la secesión de Cataluña.
Por eso no me extrañó que presentara un libro infantil: el actual director quiere transmitir una imagen tan alejada a la del auténtico espía, que haría eso y más. Aunque no nos engañemos: los espías están para bucear en las alcantarillas del poder, para manipular y robar toda la información para que el gobierno actúe con la máxima ventaja. El dicho es totalmente cierto: el fin, justifica los medios.
martes, 13 de mayo de 2014
El Gobierno vigilará nuestras cuentas bancarias, pero ya almacena muchos más datos privados
En España existe un número muy elevado de bases de
datos que permite a los cuerpos de seguridad y al CNI elaborar perfiles
completos sobre cualquier ciudadano solo tecleando su nombre en un ordenador.
Hace unos días, el diario El País desvelaba que el Gobierno va a crear un
fichero contra el blanqueo de dinero con 34 millones de cuentas. Una decisión
que ya ha sido muy criticada porque abre la espita para que controlen nuestra
vida sin orden judicial.
El problema es que esa base de datos no es la
única de la que dispone el CNI y los cuerpos policiales para saberlo todo de
nosotros. Se trata de acumular la mayor cantidad de información posible en
bases de datos y, lo que es trascendental, elaborar con ellas perfiles sobre
las personas a investigar y las que están próximas a ellas.
Es un sistema de trabajo que permite acumular toda la
información que haga falta, con programas informáticos avanzados, sobre los
ciudadanos, sospechosos y no sospechosos, para cuando sea necesario desnudar su
vida privada y pública durante el presente y los años anteriores.
En España le llaman “minería de datos” y consiste en
utilizar el mayor número posible de bases de datos que acumulan información
interesante para los investigadores –cuerpos policiales o de espionaje- y con
determinados procedimientos seleccionar todo lo que haya sobre una o varias
personas.
El primer paso son las llamadas bases primarias, que
acumulan información concreta sobre temas particulares. Son muchas las
existentes en España y sería interminable abarcarlas a todas, pero sí podemos
mencionar a las más importantes.
El “SUBA” es el Sistema Unificado de Consultas de las
Bases de Datos, compartido por la Policía y la Guardia Civil. Este sistema les
permite consultar información controlada por cada uno de los cuerpos. Aquí
están las bases de datos del DNI –en la que estamos todos los españoles-, armas
y explosivos –los que tienen algún tipo de licencia-, viajeros –alimentada por
todos los hoteles que tienen la obligación de enviar los datos de las personas
que se alojan allí-, alquiler de vehículos, reconocimiento de voces –“Saivox”-,
ADN y huellas dactilares –base de datos llamada “SAID”, Sistema Automatizado de
Identificación Dactilar-.
Estas no son las únicas bases de datos primarias que
actualmente funcionan a pleno rendimiento. Están también el “SRI” –Sistema de
Registro de Investigaciones-, la base de datos de la Agencia Tributaria, el
“SIS- SIRENE” del espacio Schengen, el “Perpal-BDSN” de señalamientos
nacionales, “ADEXTRA” sobre la situación legal en España de los extranjeros y
“SENDA” sobre el crimen organizado.
A las que habría que sumar muchas otras informaciones a
las que pueden tener acceso como el PNR (Pasenger Name Record), que es el
localizador de los billetes de avión, el código que sirve de clave para
localizar los datos de cualquier viajero: nombre, vuelo, línea aérea, número de
vuelo, ruta, fecha, horario, clave de servicio, teléfono de contacto y método
de pago.
Las bases de datos primarias citadas sirven de base para
una posterior investigación, en la que entran en juego otros sistemas de
obtención de información, como SITEL, el Sistema de Interceptación Legal de
Comunicaciones, con terminales en la Policía, la Guardia Civil y el CNI –Centro
Nacional de Inteligencia-.
Cuando una interceptación telefónica se pone en marcha,
las compañías telefónicas tienen que entregar a agentes de la autoridad y
espías las llamadas del año anterior del sospechoso, lo que permite dibujar con
toda exactitud sus movimientos. No es el contenido de las conversaciones lo
importante, sino lo que los especialistas llaman metadatos, 16 aspectos que
permiten el acceso a la vida íntima de esa persona. Esa información identifica
lo que la Sociología llama “el número de Dumbar”, que son las 150 personas con
las que un individuo se relaciona habitualmente. Ese dato es trascendental en
cualquier investigación y aunque oficialmente se niega su archivo una vez
terminada la causa, muchos dudan de que así se haga.
Uno de ellos es el conocido abogado penalista Jacobo
Teijelo: “Lo que han sacado lo introducen en una base de datos, que abre nuevos
procesos con otros jueces distintos, a los que se oculta la procedencia de la
pista inicial”.
La información obtenida en las bases de datos primarias y
en operaciones en las que se ha usado SITEL es tratada selectivamente y dan
origen a las bases de datos secundarias, en las que ya hay una fijación de
objetivos, tales como terrorismo islamista, blanqueo de dinero o narcotráfico.
Así funcionan las bases de datos “SIGO” de la Guardia Civil y “GATI” de la
Policía Nacional.
El abogado Teijelo se muestra especialmente preocupado
por la actual tendencia en España a crear perfiles criminológicos, que elaboran
buscando en esas bases de datos. “No tendría problemas –añade- cuando se
persigue un dato concreto. El problema es cuando no hay delitos y se buscan
características de estilo de vida de los responsables de lo que todavía no ha
pasado”.
La tendencia actual a llegar antes de que se produzca el
delito –como reflejaba la película futurista “Minority report”- es para Teijelo
un intento de justificar este sistema de creación de bases de datos de los
ciudadanos. El abogado asegura que nunca mantiene conversaciones por teléfono
con sus defendidos y recomienda precaución con el uso de las tarjetas de crédito,
porque al final son parte del control que pueden ejercer sobre nosotros.
Concluye con una broma: “Caín mató a Abel hace muchos siglos y todavía no le
han detenido porque no llevaba encima un teléfono móvil”.
EL CASO ESPECIAL DEL CNI
El servicio de inteligencia español tiene unas
características de secretismo que permiten que nadie conozca lo que se está
tejiendo entre las paredes de sus diversos edificios. SITEL facilita obtener
una serie de informaciones que la Policía y la Guardia Civil pueden guardarse,
pero les es imposible utilizarlas sin antes “blanquearlas”, es decir, sin
inventarse un motivo con el que justificar ante un juez el modo en el que las
han conseguido. Porque los dos cuerpos de seguridad se diferencia del CNI en
que todas sus actuaciones están dirigidas a judicializar sus actuaciones.
Por el contrario, el CNI es un servicio de inteligencia
que informa al Gobierno sin explicar en ningún momento cómo han conseguido sus
datos. El ejemplo más claro sucedió en 1998 cuando se descubrió que tenían
llena de micrófonos la sede del entonces legal Herri Batasuna, en Vitoria.
Durante el escándalo, el ministro de Defensa, Eduardo Serra, entonces
responsable político directo del servicio, manifestó en el Congreso de los
Diputados que ellos no tenían por qué conocer los métodos que empleaba el
espionaje para conseguir la información que les remitían sobre la banda
terrorista ETA.
Esto hace que el CNI actúe como la CIA, la NSA y el resto
de servicios de inteligencia del mundo. Tienen unos medios potentísimos capaces
de conseguir información no solo por SITEL. Al igual los estadounidenses,
disponen de un registro con información de lo que hacen miles de usuarios en
Internet, desde su historial de navegación (mapas de búsqueda y sitios webs que
visita), sus correos electrónicos e incluso las contraseñas de sus cuentas.
Solo con eso pueden elaborar un perfil detallado de la vida del usuario. Pero
si lo relacionan con el acceso a todas las bases de datos citadas más arriba,
más el acceso por diversos medios a bases de datos como las de Tráfico,
Hacienda o la Seguridad Social, es brutal la información a la que tienen acceso
sobre cualquiera de sus objetivos.
INTIMIDACIÓN
Las bases de datos tienen, según algunos especialistas en
la materia, un primer objetivo que es la intimidación. Se trata de que las
personas sepan que el Estado puede saberlo todo y nada escapa de su control.
Para ello, quienes están ojo avizor saben interpretar algunas de las noticias
que se han producido en el último año y que han pasado desapercibidas para la
gran masa de la población.
Una es el “proyecto red azul” que intenta establecer el
intercambio de datos entre los cuerpos de seguridad y los detectives privados.
Partiendo de la voluntad –poco real hasta el momento- de la Policía de facilitar
a los detectives información que les pueda ser de utilidad en los casos que
lleven, establecen su acceso a las investigaciones que ellos consideren que les
pueden ser de utilidad de los detectives privados, motivando la razón. Al mismo
tiempo, se establece un mecanismo para que los detectives les informen de todos
aquellos sucesos que les han llamado la atención durante alguna de sus
investigaciones.
Otro elemento nuevo que cambia mucho la situación
está establecido por la Unión Europea y es la llamada “Decisión marco,
iniciativa sueca”. Establece en cada país unos órganos con capacidad de
intercambiar información de las bases de datos nacionales. En España han sido
designados para tal trabajo el Centro de
Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO) y la Fiscalía Especial
Antidroga del Ministerio de Justicia. Esto permite que en España también se
pueda acceder a las bases de datos de otros países.
martes, 6 de mayo de 2014
Verdades sobre el CNI en la serie "El Príncipe"
Un agente del CNI, Javier Morey, se infiltra en la
comisaría del barrio de El Príncipe, en Ceuta, para descubrir una red de
captación de terroristas yihadistas y si los policías allí destinados,
encabezados por Fran Peyón, les están ayudando al proteger a una banda de
narcotraficantes. Con lo que no contaba el servicio de inteligencia español es
con la posibilidad de que Morey pudiera enamorarse de una bella musulmana,
Fátima Ben Barek, que es hermana de otro narcotraficante e imparte clases en el
Centro Cívico, punto de reclutamiento de jóvenes destinados a inmolarse.
Este es el guión de la serie española que Tele5
emite los martes y que es seguida por cinco millones de personas. La pregunta
que se hacen muchos de ellos es si la imagen que la serie da del CNI y de la
barriada de El Príncipe se corresponden con la realidad.
Los propios creadores de la serie reconocen que la
ambientación del mundo del espionaje se lo han tomado con cierta libertad. Las
imágenes que aparecen del CNI no tienen nada que ver con la realidad.
Los edificios del complejo están rodeados de zonas
verdes muy cuidadas, pero en el interior no existen esos espacios amplios,
llenos de plantas, que aparecen en televisión. Los despachos de todos los jefes
–a excepción de un par de ellos- son pequeños para lo que se ve en ministerios,
los muebles son muy funcionales y las paredes apenas tienen adornos. “En el CNI
estarán encantados de la imagen que se ofrece –dice un antiguo agente
sonriendo-, pero allí dentro todo es funcional, sin espacios para el
modernismo”.
Por el contrario, la actuación de los agentes en
la serie tiene bastante que ver con su arquetipo de comportamiento. “A la gente
le ha podido parecer extraño que se coloquen cámaras para grabar al propio agente
que está infiltrado en la operación en la casa en que vive –dice otro de
ellos-, pero si se puede se hace por un motivo de seguridad, para protegerle,
no para espiarle”.
Morey, un prototipo de lo que es un agente
operativo del CNI, que en Gran Bretaña todos llamarían “James Bond”, mantiene
una relación con la árabe Fátima Ben Barek para sacarla información y parece
que se enamora de ella. En un momento determinado, los jefes del servicio
utilizan las imágenes de ambos haciendo el amor para chantajearla. “El chantaje
es algo habitual en el trabajo de cualquier servicios de inteligencia para
conseguir información –dice un ex agente-. No hay que rasgarse las vestiduras
por ello. La seguridad del Estado está en peligro y hay que utilizar cualquier
medio al alcance para conseguir los fines”.
Lo que los espías consultados no consideran muy
habitual es que los agentes se enamoren de las personas a las que tienen que
controlar. Puede pasar, a veces tienen que simular una conexión especial para
llevar a buen término el trabajo, pero si hay algo más siempre es un problema.
Todos están de acuerdo, sin embargo, en que si un
agente desvela su auténtica identidad y para quien trabaja a una de las
personas a quien tiene que investigar, eso supondría su inmediato cese. “Es
algo lógico –dice uno de ellos- que esa actitud mantenida por Marey en la
televisión nunca sería aceptada por los jefes de un servicio y no solo el
español”.
La obsesión por intervenir todos los teléfonos y
saber lo que se habla, además de instalar programas piratas en los ordenadores
para tenerlos controlados, sí que se corresponde absolutamente con la realidad.
“Una gran parte de la información –dicen- se obtiene cuando los implicados en
un caso se creen lejos de cualquier persona que les podría vigilar”.
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)