El
“Quinteto de Cambridge”, de cuyos integrantes he hablado
detenidamente en otras entradas del blog, dejó a los servicios secretos ingleses
llenos de heridas infectadas por todas partes. Prestigio, confianza,
seguridad…fueron llagas que les costó curar muchos años.
Paralelamente, la
presencia de Guy Burgess y Anthony Blunt, dos homosexuales, en el
grupo, avivó la fobia que ya existía en el espionaje sobre la presencia en sus
filas de tipos alejados del prototipo de James Bond.
Un agente promiscuo
les presentaba menos problemas para la seguridad interior que un gay.
Muchos
se preguntarán, con razón, cuál es el motivo por el que siendo tres los
heterosexuales del grupo y sólo dos los gays, se despertara ese sentimiento
homófobo. Sin duda, ya había un sentimiento, que muchos consideraron ley, de
que los homosexuales eran más vulnerables al chantaje, probablemente porque
después de la Segunda Guerra Mundial muy pocos salían del armario y
simulaban intencionadamente su amor por las mujeres para evitar el vacío de la
sociedad.
Este estigma se prolongó durante años. En la década de los 80
se fue relajando el rechazo, aunque el ocultamiento de su condición sexual por
parte de los candidatos se seguía produciendo. Se les empezó a admitir, aunque
evitando que ocuparan puestos de responsabilidad.
Finalmente, en 2008
cambió radicalmente el planteamiento de los mandos del MI5. De
aparcarlos, pasaron a buscar nuevos agentes que fueran homosexuales. Además, lo
hicieron público reconociendo que al igual que buscaban para captar musulmanes
británicos y personas que hablaran diversas y extrañas lenguas árabes, también
querían gays y lesbianas por su capacidad de moverse en ambientes hostiles y
relacionarse con otras minorías.
De hecho, establecieron una colaboración con Stonewall,
el principal lobby homosexual del Reino Unido, para que les asesorara en
esa tarea. Y en 2009 aparecieron en la guía que edita esa organización
con el listado de las empresas e instituciones donde gays y lesbianas pueden
estar seguros de recibir un buen trato.
Los tiempos han cambiado en el
espionaje. Antes odiaban a los homosexuales, a los que veían como personas
débiles, y ahora quieren tenerlos en sus filas por sus cualidades para la
infiltración.
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