miércoles, 28 de mayo de 2014

Espías en evidencia por culpa de sus jefes en EEUU y en España

La Casa Blanca ha metido la pata de una forma increíble. Hace unos días facilitó una lista de altos cargos que asistirían a un acto en Afganistán con motivo de la visita del presidente Barack Obama. Los muy torpes se olvidaron de borrar el nombre del jefe de estación de la CIA. Un pecado nada venial que puede haber obligado al servicio de inteligencia a tener que prescindir de sus servicios.
Estos fallos son poco frecuentes. Aunque los espías acuden a muchos actos oficiales en Estados Unidos y en cualquier país del mundo, sus nombres nunca aparecen. La identidad de un espía es algo que todo el mundo protege, porque de saberse quién es su vida puede correr peligro y, en cualquier caso, se acabó su imprescindible clandestinidad.
En Estados Unidos hubo un caso que de error sin premeditación no tuvo nada durante el mandato del presidente Bush II.  La agente de la CIA Valerie Plame se encontró con que su identidad era desvelada en la prensa. Ella supo desde el primer momento que la filtración era una venganza de la administración republicana motivada por las declaraciones públicas de su marido. Diplomático acreditado, se negó a admitir las mentiras del equipo de Bush sobre la posibilidad de que el Irak de Sadam Huseim tuviera armas de destrucción masiva. Nunca se lo perdonaron y les importó un bledo sacar a la luz la identidad de su mujer, una espía.
En España tenemos un caso bastante llamativo. Durante el mandato de Javier Calderón en el CESID -ahora CNI- durante el periodo 1996-2000, el presidente de Canarias, Manuel Hermoso, le telefoneó para preguntarle si Tomás Van de Walle había trabajado para ellos. La razón de su preocupación estaba en que unos meses antes había nombrado a un director general y varias semanas después la prensa había descubierto que había sido espía y había actuado irregularmente en El Salvador, lo que le obligó a dimitir. Alguien le había susurrado que Van de Walle también había sido agente y no quería que el caso se repitiera.
La ley prohibe que cualquiera, y más al director del espionaje, facilite esa información, pero Calderón le confirmó sus sospechas. El nombramiento fue suspendido y Gabriel Mato fue nombrado en su lugar Consejero de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Cuando todo estaba hecho, el presidente canario recibió una llamada del CESID. Le informaron de que el director se había equivocado y que el que había sido espía era el tío de Van de Walle. Un gran error que dejó al político sin cargo. Nadie dijo nada de la violación de la Ley de Secretos Oficiales.

miércoles, 21 de mayo de 2014

El director del CNI hasta presenta un libro para niños

De entrada, ni me sorprendió la noticia. Félix Sanz, director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), presentó el 12 de mayo el libro infantil "Una de piratas, nintendos al abordaje". Con chaqueta y sin corbata, el jefe de los espías españoles es un hombre que ha asentado el puesto gracias a ser un perfecto relaciones públicas. Cuando llegó al puesto, el CNI había sufrido una de las peores crisis de su historia. Un grupo de agentes se había sublevado contra el anterior director, Alberto Saiz, y habían filtrado a la prensa todos sus trapos sucios hasta conseguir su dimisión.
Félix Sanz pacificó La Casa a su estilo: repartió medallas entre los combatientes a favor y en contra de su predecesor, instauró el mando militar y se dedicó a explicar a todo el mundo de que había que tirar del carro en la misma dirección. Convenció a varios de los anteriores directores militares -Javier Calderón y Andrés Cassinello- de que le ayudaran a pelear contra los malos y dejó los asuntos más complicados a su secretaria general, Beatriz Méndez de Vigo.
Después se dedicó a seducir a su jefa, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Lo consiguió, como no podía ser de otra manera. Hasta tal punto de que ya ha logrado que cuando concluyan sus cinco años de manto, a principios de julio, se le renueve por un periodo más que le llevará hasta las elecciones generales.
Muchos querían sustituirle, pero no lo conseguirán porque se ha ganado la confianza del gobierno de Rajoy. Ha sabido vender sus éxitos -liberación de los periodistas españoles secuestrados en Siria, entre otros casos- y ha ocultado sus fallos, como no conseguir parar la secesión de Cataluña.
Por eso no me extrañó que presentara un libro infantil: el actual director quiere transmitir una imagen tan alejada a la del auténtico espía, que haría eso y más. Aunque no nos engañemos: los espías están para bucear en las alcantarillas del poder, para manipular y robar toda la información para que el gobierno actúe con la máxima ventaja. El dicho es totalmente cierto: el fin, justifica los medios.

martes, 13 de mayo de 2014

El Gobierno vigilará nuestras cuentas bancarias, pero ya almacena muchos más datos privados

En España existe un número muy elevado de bases de datos que permite a los cuerpos de seguridad y al CNI elaborar perfiles completos sobre cualquier ciudadano solo tecleando su nombre en un ordenador. Hace unos días, el diario El País desvelaba que el Gobierno va a crear un fichero contra el blanqueo de dinero con 34 millones de cuentas. Una decisión que ya ha sido muy criticada porque abre la espita para que controlen nuestra vida sin orden judicial.
El problema es que esa base de datos no es la única de la que dispone el CNI y los cuerpos policiales para saberlo todo de nosotros. Se trata de acumular la mayor cantidad de información posible en bases de datos y, lo que es trascendental, elaborar con ellas perfiles sobre las personas a investigar y las que están próximas a ellas.
Es un sistema de trabajo que permite acumular toda la información que haga falta, con programas informáticos avanzados, sobre los ciudadanos, sospechosos y no sospechosos, para cuando sea necesario desnudar su vida privada y pública durante el presente y los años anteriores.
En España le llaman “minería de datos” y consiste en utilizar el mayor número posible de bases de datos que acumulan información interesante para los investigadores –cuerpos policiales o de espionaje- y con determinados procedimientos seleccionar todo lo que haya sobre una o varias personas.
El primer paso son las llamadas bases primarias, que acumulan información concreta sobre temas particulares. Son muchas las existentes en España y sería interminable abarcarlas a todas, pero sí podemos mencionar a las más importantes.
El “SUBA” es el Sistema Unificado de Consultas de las Bases de Datos, compartido por la Policía y la Guardia Civil. Este sistema les permite consultar información controlada por cada uno de los cuerpos. Aquí están las bases de datos del DNI –en la que estamos todos los españoles-, armas y explosivos –los que tienen algún tipo de licencia-, viajeros –alimentada por todos los hoteles que tienen la obligación de enviar los datos de las personas que se alojan allí-, alquiler de vehículos, reconocimiento de voces –“Saivox”-, ADN y huellas dactilares –base de datos llamada “SAID”, Sistema Automatizado de Identificación Dactilar-.
Estas no son las únicas bases de datos primarias que actualmente funcionan a pleno rendimiento. Están también el “SRI” –Sistema de Registro de Investigaciones-, la base de datos de la Agencia Tributaria, el “SIS- SIRENE” del espacio Schengen, el “Perpal-BDSN” de señalamientos nacionales, “ADEXTRA” sobre la situación legal en España de los extranjeros y “SENDA” sobre el crimen organizado.
A las que habría que sumar muchas otras informaciones a las que pueden tener acceso como el PNR (Pasenger Name Record), que es el localizador de los billetes de avión, el código que sirve de clave para localizar los datos de cualquier viajero: nombre, vuelo, línea aérea, número de vuelo, ruta, fecha, horario, clave de servicio, teléfono de contacto y método de pago.
Las bases de datos primarias citadas sirven de base para una posterior investigación, en la que entran en juego otros sistemas de obtención de información, como SITEL, el Sistema de Interceptación Legal de Comunicaciones, con terminales en la Policía, la Guardia Civil y el CNI –Centro Nacional de Inteligencia-.
Cuando una interceptación telefónica se pone en marcha, las compañías telefónicas tienen que entregar a agentes de la autoridad y espías las llamadas del año anterior del sospechoso, lo que permite dibujar con toda exactitud sus movimientos. No es el contenido de las conversaciones lo importante, sino lo que los especialistas llaman metadatos, 16 aspectos que permiten el acceso a la vida íntima de esa persona. Esa información identifica lo que la Sociología llama “el número de Dumbar”, que son las 150 personas con las que un individuo se relaciona habitualmente. Ese dato es trascendental en cualquier investigación y aunque oficialmente se niega su archivo una vez terminada la causa, muchos dudan de que así se haga.
Uno de ellos es el conocido abogado penalista Jacobo Teijelo: “Lo que han sacado lo introducen en una base de datos, que abre nuevos procesos con otros jueces distintos, a los que se oculta la procedencia de la pista inicial”.
La información obtenida en las bases de datos primarias y en operaciones en las que se ha usado SITEL es tratada selectivamente y dan origen a las bases de datos secundarias, en las que ya hay una fijación de objetivos, tales como terrorismo islamista, blanqueo de dinero o narcotráfico. Así funcionan las bases de datos “SIGO” de la Guardia Civil y “GATI” de la Policía Nacional.
El abogado Teijelo se muestra especialmente preocupado por la actual tendencia en España a crear perfiles criminológicos, que elaboran buscando en esas bases de datos. “No tendría problemas –añade- cuando se persigue un dato concreto. El problema es cuando no hay delitos y se buscan características de estilo de vida de los responsables de lo que todavía no ha pasado”.
La tendencia actual a llegar antes de que se produzca el delito –como reflejaba la película futurista “Minority report”- es para Teijelo un intento de justificar este sistema de creación de bases de datos de los ciudadanos. El abogado asegura que nunca mantiene conversaciones por teléfono con sus defendidos y recomienda precaución con el uso de las tarjetas de crédito, porque al final son parte del control que pueden ejercer sobre nosotros. Concluye con una broma: “Caín mató a Abel hace muchos siglos y todavía no le han detenido porque no llevaba encima un teléfono móvil”.
EL CASO ESPECIAL DEL CNI
El servicio de inteligencia español tiene unas características de secretismo que permiten que nadie conozca lo que se está tejiendo entre las paredes de sus diversos edificios. SITEL facilita obtener una serie de informaciones que la Policía y la Guardia Civil pueden guardarse, pero les es imposible utilizarlas sin antes “blanquearlas”, es decir, sin inventarse un motivo con el que justificar ante un juez el modo en el que las han conseguido. Porque los dos cuerpos de seguridad se diferencia del CNI en que todas sus actuaciones están dirigidas a judicializar sus actuaciones.
Por el contrario, el CNI es un servicio de inteligencia que informa al Gobierno sin explicar en ningún momento cómo han conseguido sus datos. El ejemplo más claro sucedió en 1998 cuando se descubrió que tenían llena de micrófonos la sede del entonces legal Herri Batasuna, en Vitoria. Durante el escándalo, el ministro de Defensa, Eduardo Serra, entonces responsable político directo del servicio, manifestó en el Congreso de los Diputados que ellos no tenían por qué conocer los métodos que empleaba el espionaje para conseguir la información que les remitían sobre la banda terrorista ETA.
Esto hace que el CNI actúe como la CIA, la NSA y el resto de servicios de inteligencia del mundo. Tienen unos medios potentísimos capaces de conseguir información no solo por SITEL. Al igual los estadounidenses, disponen de un registro con información de lo que hacen miles de usuarios en Internet, desde su historial de navegación (mapas de búsqueda y sitios webs que visita), sus correos electrónicos e incluso las contraseñas de sus cuentas. Solo con eso pueden elaborar un perfil detallado de la vida del usuario. Pero si lo relacionan con el acceso a todas las bases de datos citadas más arriba, más el acceso por diversos medios a bases de datos como las de Tráfico, Hacienda o la Seguridad Social, es brutal la información a la que tienen acceso sobre cualquiera de sus objetivos.
INTIMIDACIÓN
Las bases de datos tienen, según algunos especialistas en la materia, un primer objetivo que es la intimidación. Se trata de que las personas sepan que el Estado puede saberlo todo y nada escapa de su control. Para ello, quienes están ojo avizor saben interpretar algunas de las noticias que se han producido en el último año y que han pasado desapercibidas para la gran masa de la población.
Una es el “proyecto red azul” que intenta establecer el intercambio de datos entre los cuerpos de seguridad y los detectives privados. Partiendo de la voluntad –poco real hasta el momento- de la Policía de facilitar a los detectives información que les pueda ser de utilidad en los casos que lleven, establecen su acceso a las investigaciones que ellos consideren que les pueden ser de utilidad de los detectives privados, motivando la razón. Al mismo tiempo, se establece un mecanismo para que los detectives les informen de todos aquellos sucesos que les han llamado la atención durante alguna de sus investigaciones.
Otro elemento nuevo que cambia mucho la situación está establecido por la Unión Europea y es la llamada “Decisión marco, iniciativa sueca”. Establece en cada país unos órganos con capacidad de intercambiar información de las bases de datos nacionales. En España han sido designados para tal trabajo el  Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO) y la Fiscalía Especial Antidroga del Ministerio de Justicia. Esto permite que en España también se pueda acceder a las bases de datos de otros países.

martes, 6 de mayo de 2014

Verdades sobre el CNI en la serie "El Príncipe"

Un agente del CNI, Javier Morey, se infiltra en la comisaría del barrio de El Príncipe, en Ceuta, para descubrir una red de captación de terroristas yihadistas y si los policías allí destinados, encabezados por Fran Peyón, les están ayudando al proteger a una banda de narcotraficantes. Con lo que no contaba el servicio de inteligencia español es con la posibilidad de que Morey pudiera enamorarse de una bella musulmana, Fátima Ben Barek, que es hermana de otro narcotraficante e imparte clases en el Centro Cívico, punto de reclutamiento de jóvenes destinados a inmolarse.
Este es el guión de la serie española que Tele5 emite los martes y que es seguida por cinco millones de personas. La pregunta que se hacen muchos de ellos es si la imagen que la serie da del CNI y de la barriada de El Príncipe se corresponden con la realidad.
Los propios creadores de la serie reconocen que la ambientación del mundo del espionaje se lo han tomado con cierta libertad. Las imágenes que aparecen del CNI no tienen nada que ver con la realidad.
Los edificios del complejo están rodeados de zonas verdes muy cuidadas, pero en el interior no existen esos espacios amplios, llenos de plantas, que aparecen en televisión. Los despachos de todos los jefes –a excepción de un par de ellos- son pequeños para lo que se ve en ministerios, los muebles son muy funcionales y las paredes apenas tienen adornos. “En el CNI estarán encantados de la imagen que se ofrece –dice un antiguo agente sonriendo-, pero allí dentro todo es funcional, sin espacios para el modernismo”.
Por el contrario, la actuación de los agentes en la serie tiene bastante que ver con su arquetipo de comportamiento. “A la gente le ha podido parecer extraño que se coloquen cámaras para grabar al propio agente que está infiltrado en la operación en la casa en que vive –dice otro de ellos-, pero si se puede se hace por un motivo de seguridad, para protegerle, no para espiarle”.
Morey, un prototipo de lo que es un agente operativo del CNI, que en Gran Bretaña todos llamarían “James Bond”, mantiene una relación con la árabe Fátima Ben Barek para sacarla información y parece que se enamora de ella. En un momento determinado, los jefes del servicio utilizan las imágenes de ambos haciendo el amor para chantajearla. “El chantaje es algo habitual en el trabajo de cualquier servicios de inteligencia para conseguir información –dice un ex agente-. No hay que rasgarse las vestiduras por ello. La seguridad del Estado está en peligro y hay que utilizar cualquier medio al alcance para conseguir los fines”.
Lo que los espías consultados no consideran muy habitual es que los agentes se enamoren de las personas a las que tienen que controlar. Puede pasar, a veces tienen que simular una conexión especial para llevar a buen término el trabajo, pero si hay algo más siempre es un problema.
Todos están de acuerdo, sin embargo, en que si un agente desvela su auténtica identidad y para quien trabaja a una de las personas a quien tiene que investigar, eso supondría su inmediato cese. “Es algo lógico –dice uno de ellos- que esa actitud mantenida por Marey en la televisión nunca sería aceptada por los jefes de un servicio y no solo el español”.

La obsesión por intervenir todos los teléfonos y saber lo que se habla, además de instalar programas piratas en los ordenadores para tenerlos controlados, sí que se corresponde absolutamente con la realidad. “Una gran parte de la información –dicen- se obtiene cuando los implicados en un caso se creen lejos de cualquier persona que les podría vigilar”.