La necesidad de mostrar solidaridad con los países europeos impulsó
la semana pasada a Rajoy a tomar esa medida. Además, seguro que Félix Sanz, el director del CNI, ya
le había informado de que el diario El Mundo había llegado a un acuerdo con
Glenn Greenwald para publicar las revelaciones de Edward Snowden, el ex agente
de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), en lo concerniente al espionaje a
nuestro país.
Además, es curioso que nadie haya pedido explicaciones a Gran
Bretaña, cuyo presidente Cameron, forma parte del espionaje masivo llevado a
cabo por Obama, junto con Nueva Zelanda, Australia y Canadá.
En cualquier caso, la llamada al embajador de Estados Unidos
no llevará aparejada en ningún caso la toma de medidas de castigo por parte de
Rajoy, como tampoco parece que las vayan a tomar el resto de países afectados.
Algo que sí hizo en 1986 el entonces presidente del gobierno
Felipe González. El entonces CESID –ahora CNI- descubrió que la delegación de
la CIA en España había montado una operación para investigar la vida privada de
Alfonso Guerra, el vicepresidente del gobierno. Cometieron el error de tocar a
la persona equivocada, que se lo contó todo a los espías españoles. Felipe
González no dudó. Un año antes, había pillado a otros agentes de la CIA preparando
una operación para colocar micrófonos en el palacio de la Moncloa, por lo que
se hartó y ordenó expulsar a los máximos representantes de su delegación en
Madrid. En el momento se guardó en secreto la decisión, pero los espías
estadounidenses aprendieron que en España no podían hacer lo que quisieran.
Lo que ha pasado en los últimos años, demuestra que no
aprendieron la lección.
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