Angela Merkel se ha
quejado del espionaje de Estados Unidos y Rajoy, aunque menos, también ha
lanzado algunos dardos contra ellos. Alemania y España son dos buenos ejemplos
de países que han utilizado potentes medios tecnológicos para conseguir información
de sus enemigos.
Hace ya muchos años, en
la época de Franco, instalaron de forma discreta en Castilla-La Mancha, cerca
de Manzanares el Real, el Centro de Estudios de Propagación Radioeléctrica,
nombre extraño que sirve como pantalla de un centro de escuchas que nació como
un proyecto de espionaje hispano-alemán, pero que en los últimos años se ha
volcado más del lado hispano.
El acceso en mitad del
campo está limitado con grandes cercas, que alejan a los curiosos que pasan por
allí en coche del centro de escuchas, instalado bajo tierra, aunque algunas de
sus numerosas antenas pueden detectarse desde el aire.
Con una tecnología ultra
moderna guardada en el más absoluto secreto, intercepta de forma sistemática
miles y miles de conversaciones telefónicas y por radio, seleccionadas en base
a números y personas concretas y a un largo listado de palabras clave que
recogen los temas de interés para la seguridad de España.
Las prioridades de este
oculto centro de escuchas son la persecución de cualquier atentado contra la
seguridad nacional, procedente de traficantes de armas, seres humanos o drogas,
y el control de las actividades de servicios secretos extranjeros en nuestro
territorio. También otras misiones internacionales que desconocemos.
Una muestra de que
España y Alemania, como el resto de países importantes del mundo, hacen todo lo que pueden y más en el tema del espionaje.
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