viernes, 20 de diciembre de 2013

John Cairncross, el único proletario del "Quinteto de Cambridge", traicionado por Thatcher


Nacido en Glasgow en 1913, la familia de John no le pudo facilitar dinero, pero de ellos heredó las ganas de trabajar y la inteligencia. Lo demás lo fue conquistando él personalmente gracias a las becas.

Consiguió entrar en Cambridge, donde se afilió como sus compañeros de red al Partido Comunista y, como ellos, se dio de baja cuando su amigo Guy Burgess le reclutó para trabajar para el Komintern. 

Espionaje sobre España 

En 1936 entró en el Foreign Office, donde trabajó en las secciones de Estados Unidos y en diversas de Europa, incluida España durante la Guerra Civil. En ninguno de esos destinos, su actuación levantó la más mínima de las sospechas.

Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo espiando en varias secciones, una de ellas la Escuela Gubernamental de Código y Cifra, lo que le permitió  conocer el contenido de los numerosos mensajes que se interceptaban a Enigma, la supuestamente inviolable máquina de mensajes cifrados de Alemania, de la que Hitler estaba tan orgulloso. Los rusos pudieron recibir gracias a él información adelantada sobre los planes alemanes.

John pasó después al SIS, el servicio secreto exterior. Siguió siendo un doble agente de la máxima eficacia, pasando a su controlador ruso información tan valiosa como la del proyecto atómico de Estados Unidos e Inglaterra.

En 1951, su amigo Burgess huyó a Rusia, y los agentes del MI5, el servicio secreto interior, que entraron en su domicilio encontraron entre el material intervenido documentos oficiales con la letra de Cairncross. Durante muchos meses controlaron cada uno de sus movimientos, pero no consiguieron la mínima prueba de que fuera un traidor. 

Sometido a interrogatorios 

Al año siguiente, lo intentaron por la vía directa: le sometieron a interrogatorio. John lo negó casi todo: sólo reconoció que le había pasado a Burgess algunos documentos, pero desconociendo absolutamente que fuera un espía ruso. No formularon ninguna acusación contra él, pero dadas las nuevas circunstancias de desconfianza, decidió irse a vivir a París.

Un año después, Anthony Blunt fue descubierto, con lo que los espías desenmascarados de la red de Cambridge ya sumaban cuatro. El problema en este caso fue que Blunt llegó a un pacto para delatar al espía que faltaba, y a otros vinculados con la red, a cambio de la inmunidad. John ya no pudo negarlo por más tiempo.

Cairncross fue interrogado en París y delató a su vez a muchos colaboradores y agentes relacionados directa o indirectamente con el quinteto: algunos fueron cesados en sus cargos, otros apartados de sus funciones y muchos siguieron como si nada, al no haber suficientes pruebas para probar sus actividades delictivas. 

Pacto de silencio 

Su nombre, el del misterioso “Quinto hombre”, quedó escondido en un cajón cerrado con llave, gracias al pacto de silencio que acordó, como Blunt, con el MI5. Era el año 1964 cuando decidió quedarse a vivir el resto de sus días en París, olvidando para siempre su pasado y sin que nadie pudiera recordárselo.  

En 1979, la Primera Ministra Margaret Thatcher comparecía como tantas otras veces en el Parlamento. La “Dama de hierro” se pasó por el arco del triunfo el pacto acordado 15 años antes y desveló los dos nombres que faltaban por conocer de los traidores de Cambridge: Blunt y Cairncross.

John se quedó perplejo. Su vida no cambió en París, donde se había casado con una mujer mucho más joven que él, pero ahora sus amigos y conocidos ingleses y franceses sabían que había traicionado a su país para servir a Rusia. Eso sí, a diferencia de sus amigos de la red, él sí había luchado por unos ideales proletarios que había mamado desde la cuna.

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